“El Coqueto”. “Coke”. Coordinador de la Red Puna e integrante del Movimiento Nacional Campesino Indígena, así mismo, responsable del Movimiento Evita en la provincia de Jujuy. Falleció el 1º de enero de 2014 en la ciudad de Humahuaca en un accidente vial. Iba sentado como acompañante en una moto a la que chocó una camioneta que circulaba de contramano. Lo despidió con estas palabras el más importante referente nacional de su organización, Emilio Pérsico: “Recuerdo cuando te conocí. En tu mochila traías, orgulloso, los fiambritos de llama, los telares. Cuando con orgullo mostrabas los telares de Red Puna en Tilcara y nos enseñabas pedacitos de la cultura kolla. También recuerdo cuando vimos todo tu potencial de dirigente. Ese día nos regalaste tus palabras en el acto de los trabajadores excluidos, de la CTEP, el 1º de mayo, y te abracé fuerte. Ambos sabíamos que había nacido un dirigente de los de abajo. Los diamantes en bruto. Tiempo después te propuse, por teléfono, que no sólo te necesitábamos como militante en lo social, que tenías que asumir una responsabilidad política mayor, haciéndote cargo del Movimiento Evita de Jujuy. Sin vacilar, con palabras sencillas, aceptaste el desafio (…) ¿Por qué te decíamos ‘Coqueto’ en los momentos de complicidad militante? Porque todos los días te vestías, te arreglabas y te bañabas para cada reunión, para cada asamblea campesina. No importaba en que lugar de la América latina te encontraras, ibas siempre como si estuvieras en una fiesta. No importaba si era una reunión de Vía Campesina, una reunión en un barrio o en una cooperativa, o en un corral con una majadita. Siempre estaba allí la dignidad del ‘Coqueto’. (Ahora) te imagino y te envidio, ahora que pienso mejor en lo que vos creías y en lo que cree también tu pueblo; en lo que hay detrás del paso que diste. Porque nuestros pueblos creen que la vida no se termina con la muerte y yo también. Por eso, cuando pienso en vos, te imagino en una mesa de algarrobo, sentado en una silla de tientos, charlando despacito con Néstor, con Evita y con el Che. Ellos te deben haber recibido. Contales de nuestras luchas. No te olvides de nuestras miserias. Escuchalos y, como todos los santos populares, intercede ante ellos por nosotros. Por lo que falta. Para que nos den la sagacidad de su experiencia, la astucia de su práctica, el compromiso de su tenacidad (…) Sé que no tenemos derecho a llorarte, pero te lloramos igual. Sé que no tenemos derecho a pararnos en el camino, a dejar una flor en el Pucará. Pero lo hacemos igual. A los que sembraron y no murieron –como vos- no se los llora ni se los homenajea. La única manera de saldar nuestro dolor, ‘Coqueto’, es hacer tus sueños realidad. Es hacer realidad esa infinita palabra, que es la revolución. Hasta la victoria siempre”.