Era un mecánico chaqueño que, aunque sea difícil de creer, peleó en la guerra de liberación de Argelia contra el colonialismo francés y en el ejército rebelde cubano contra la dictadura pro yanqui de Batista. Luego se vino con otro argentino, Jorge Masetti, para hacer la revolución en nuestra patria, a través del flamante Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), de raíz guevarista, en 1963. El intento fracasó y los que no murieron fueron a parar a la cárcel. Ese fue el destino del “Flaco” Méndez, a quien en 1964 le dieron Cadena Perpetua. Pero en 1973, se vio beneficiado con una amnistía presidencial otorgada por el peronismo. Luego de su liberación, se integró a la Regional Córdoba de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Falleció hace poco, vale resaltarlo, de una enfermedad y no de un tiro como podía esperarse por sus antecedentes épicos. En un reportaje que le hicieron en la cárcel a través de la revista cordobesa “Jerónimo” a fines de 1970, él fue claro: “Las masas peronistas, a la que algunos ‘marxistas’ no quieren perdonar su ‘pecado original’, huérfanas de una dirección revolucionaria propia durante mucho tiempo, iniciaron sus luchas espontáneamente a partir del ’55. De esta manera se va formando un Movimiento Peronista mayoritario con una influencia revolucionaria en su propio seno, cada vez más importante, y a nuestro juicio la revolución nacional liberadora pasa por el peronismo, y su vanguardia será aquella que interpretando sus anhelos, despojada de los prejuicios del pasado, comprenda que el problema es derrotar a las fuerzas de la oligarquía y del imperialismo por la vía de la violencia revolucionaria”.