Nelva Alicia Amalia Méndez de Falcone nació el 16 de junio de 1927 y falleció el 23 de diciembre de 2007. Su padre fue Delfor Méndez, autor de la letra del himno de Gimnasia Esgrima La Plata. Estuvo casada con Jorge Ademar Falcone (ver su registro). Tuvo dos hijos: María Claudia Falcone, mártir de “La Noche de los Lápices” (ver su registro) y Jorge Delfor “Chiqui” Falcone quien me sigue privilegiando con su amistad. Ambos jóvenes militaron en Montoneros. Nelva fue maestra de escuela y colaboradora de Eva Perón en la campaña por el voto femenino, siendo delegada regional a mediados de los años ’50. Siempre militó en el Peronismo Revolucionario. Con la llegada de la última dictadura cívico-militar, fue “chupada” y torturada con el único fin de que delatase el paradero de su hijo, pero esa vez los asesinos no tuvieron suerte y debieron largarla con vida y sin lograr su objetivo. El que sigue es un testimonio aparecido en el libro de Leonardo Marcote, aparecido en 2017, sobre su hija María Claudia Falcone. En el mismo, Nelva afirma: “Por un momento me tapan el cuerpo con mi propio vestido y se me acerca un muchacho joven que me dijo era Horacio de la Paz (colaborador de los milicos). Este muchacho me dijo que si él tuviera que ver a su madre en estas condiciones no lo soportaría y que yo tenía que decir donde estaba mi hijo, porque no iba a resistir todo esto. Le dije que prefería que me mataran a mí y no a mi hijo, que yo iba aguantar todo lo que pudiera y que me extrañaba que él viniera a decirme esas cosas. Me torturan delante de mi marido que casi se desmaya. Ese momento fue tremendo. Sin embargo, no dije nada, sólo que yo sabía cómo había criado a mis hijos, que sabía como eran, que sabía como pensaban y que yo pensaba igual que ellos. Cada vez que decía eso me daban un golpe en la cara que no sé como no me la reventaron”. Y no sólo eso, Nelva una vez en libertad, fue una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, donde se caracterizó por su optimismo inclaudicable y su lucha permanente por saber la suerte de su hija y demás “desaparecidos”. Al respecto ella misma cuenta que cuando supo por un oficial de apellido Hurtz, que a los pibes de la Noche de los Lápices los habían fusilado por orden de Camps y Etchecolatz en el subsuelo del departamento de Policía de La Plata, logró entrevistarse con éste último, que puso de manifiesto toda su cobardía y mentira en la charla que mantuvieron: “Como mi padre había sido asesor como abogado hasta 1930 y había trabajado en la Policía de la provincia, escribió una cartilla policial que era un simple código para la policía y por tal motivo, era apreciado dentro de la gente de la repartición. Entonces con la excusa del libro de mi padre, traté de hablar con Etchecolatz. Cuando le dije quien era, él se puso muy contento de conocerme, recordó que era la hija del doctor Méndez y se acordaba de que mi padre había hecho la letra –porque era poeta- del himno de Gimnasia Esgrima de La Plata. Cuando le dije que sí, que realmente era la hija y que estaba orgullosa de mi padre pero que venía consultarlo por la nieta del doctor Méndez, que era la detenida y que no sabía nada de ella, este hombre se puso palido, parecia que se iba cayendo en el asiento y me dice: ‘Pero señora, cómo se le puede ocurrir venir a acá, cómo piensa usted que yo tengo algo que ver’ (…) Quiero decir que Etchecolatz realmente tuvo mucho que ver con la muerte de estos chicos y con muchas de las muertes de la ciudad de La Plata”. En democracia fue secretaria de Derechos Humanos del Partido Justicialista local y en 1999 fue declarada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de La Plata. Querida Nelva descansa en paz, como bien le dijo el compañero Guillermo Robledo al “Chiqui”: “Nunca se muere cuando se vivió por la historia y para los pueblos y tu Vieja lleva décadas en ese trono invisible para los poderosos”.