Roberto
Baschetti

Mendoza, Héctor Maximiliano

Miembro de la Juventud Peronista y obrero metalúrgico en una barriada fabril del conurbano bonaerense, electo concejal por la Unión Popular (Peronismo) en las elecciones anuladas de un sablazo por los militares en marzo de 1962. En junio del mismo año muere este trabajador, después de haber sido detenido y torturado en el Departamento Central de Policía. Como no “canta a nadie” y desprecia a sus torturadores, es arrojado al vacío, desnudo desde el 3° piso hacia la calle, buscando su muerte. En un principio no lo logran. Queda en estado de coma y la policía asegura cínicamente que cuando quiso fugarse cayó al vacío. No pueden explicar porque tiene quemaduras en sus manos y las uñas arrancadas. Mendoza, quedó tan mal herido, que la fractura de cráneo que evidenciaba derivó en su deceso pocos días más tarde. Uno de los periódicos peronistas que se editaban en aquella época, “Descartes”, publicó este artículo, el 26-6-62: “Víctima de bárbaras torturas infligidas por la Policía Federal ha muerto el que fuera Presidente de un Centro Justicialista de la vecina localidad bonaerense de San Martín. A eso se dedica la Policía Federal, mientras pasean tranquilamente quienes estafan al país y roban los dineros del pueblo. Lo que puede filtrarse de la cerrada trama, tiene cabida periódica en las informaciones que revelan el punto abominable a que ha alcanzado el latrocinio en nuestro país cometido por gobernantes y funcionarios en sumas fabulosas. A esos señores no los alcanza Interpol, ni la Policía Federal, ni las policías provinciales. En cambio, a un humilde trabajador, a un peronista, que comete el ‘delito’ de profesar la única doctrina social destinada a servir al país, le alcanzan las garras policíacas”. La nota del diarito resistente terminaba así: “Compañero Héctor Maximiliano Mendoza, los ideales que te llevaron a la tumba, y que son los nuestros, habrán de triunfar definitivamente en el país, aún contra la intimidación y el crimen que permanentemente se cierne sobre los peronistas”. Integrantes de la J.P. que asistieron a su entierro recuerdan que durante el transcurso del mismo, se decidió comenzar la lucha armada en Argentina.