Monges era para todos sus compañeros, el “Amarillo”. Misionero, flaco, metro ochenta y dos de estatura, de anteojos, pelo rubio o castaño claro escaso, estudiante de Veterinaria en La Plata, militante en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN) y luego con la unificación, en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Vale aclarar que sus compañeros le decían el “Amarillo” por su forma castiza de pronunciar dicha palabra a diferencia del resto que decía, derecho viejo, “amariyo”. Sumó su compromiso militante en Montoneros -donde llegó a ser oficial segundo- y cayó combatiendo a la última dictadura militar. Acorralado en la ciudad de La Plata, calle 28 (número 1433), entre 61 y 62, (venía escapando de una cita “cantada” en 66 y 28) atinó a meterse en una casa y se clavó un cuchillo en la garganta para que no lo apresaran con vida. Logró su propósito. Sus perseguidores, burlados y exasperados cuando entraron a la vivienda, mataron al hijo del dueño de la casa en que el “Amarillo” buscó refugio. Todo esto ocurrió el 6 de octubre de 1976. “El Amarillo” tenía 24 años.