Nacido el 25 de enero de 1951 en provincia de Buenos Aires. Tenía la doble nacionalidad, argentina y española. Militante peronista y montonero secuestrado-desaparecido el 18 de agosto de 1977 en Carapachay, provincia de Buenos Aires. En la “orga” era “El Negro Ricardo” y tenía el grado de Capitán. Para entonces desempeñaba el cargo de Jefe de Operaciones Especiales. Lo entregó un traidor que luego fue parte de los grupos represivos: Máximo Fernando Nicoletti. Lo llevó desarmado y tabicado a una casa donde lo esperaban para “chuparlo” agentes del Servicio de Inteligencia Naval (SIN). Fue visto con vida en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Nunca le pudieron arrancar un solo dato: siempre repetía lo mismo: “Yo soy Capitán del Ejército Montonero”. Los guardias del lugar (“los verdes”) llegaron a admirarlo por su coraje, pero los del SIN desairados por no poderle sacar un solo dato, (Francisco Rioja, por ejemplo) le daban “maquina” porque sí. Hasta le pegaron un tiro de pistola 45 en la boca en un simulacro de fusilamiento. Al final, sus raptores se deshicieron de él, electrocutándolo, un 6 de febrero de 1978. Nunca lo hubieran podido dejar con vida, ya que Edgardo fue quien disfrazado de facultativo, en plena dictadura militar (7-5-77) y cuando ésta proclamaba a los cuatro vientos el fin de la “subversión”, en un operativo montonero cuidado hasta el detalle, le pegó un tiro en la cabeza al Vicealmirante César Augusto Guzzetti, Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de facto. El disparo le produjo al marino serios daños neurológicos que tiempo después determinaron su muerte. La compañera de Edgardo, Elba Altamirano, corrió la misma suerte que su marido: fue secuestrada en Munro a principios de 1978 y luego desaparecida. Dejaron un hijo de nombre Juan Pablo. La madre de Edgardo (Natividad de Moyano), por su parte, tiene las ideas claras: “Tengo que decirlo: estoy plenamente orgullosa de mis hijos. No faltó quien dijera que eran subversivos; para mí, eran patriotas. Todo lo que hicieron, lo hicieron por los demás. Dijeron también que estaban equivocados; eso sólo Dios y la historia lo dirán”.