Roberto
Baschetti

Navarro, José Sabino

Nacido el 11 de diciembre de 1942. Correntino de nacimiento. Peronista desde chiquito como su padre, que era analfabeto. Cuenta Rafael Bielsa que ambos “en la amanecida del 10 de junio de 1956 hurgan en los basurales humeantes de José León Suárez a la búsqueda de un fusilado peronista que viva”. Su madre, gravemente enferma con anterioridad, pudo recuperarse gracias a los cuidados brindados por Evita a través de la Fundación que llevaba su nombre. Con doce años se traslada con su familia a Buenos Aires y debido a la situación económica paupérrima que atraviesen debe salir a trabajar, por lo que no puede terminar el secundario. En 1959 conoce a su mujer en la “Algodonera Textil” en el ámbito de trabajo compartido, con la que luego tiene dos hijos. En 1962 cumple con el servicio militar obligatorio y recibe instrucción militar. Al año siguiente, con la baja en su poder, ingresa a trabajar en la fábrica de tractores Deutz Cantábrica (DECA) siendo integrante de su comisión interna. En un principio hace causa común con la lista del secretario general del sindicato de mecánicos (SMATA), “el gordo” José Rodríguez, pero luego visualiza la traición de este tipo de dirigentes con las bases que representan y pasa a ser su adversario. Rodríguez no para hasta hacerlo echar de la fábrica y del gremio, pero quienes conocen el entramado de esta historia, dicen que el burócrata sindical no se la llevó de arriba, y aseguran que el propio Sabino le pegó una paliza de aquellas. Navarro visualiza muy claramente, las limitaciones de la lucha sindical para un cambio de estructuras, como él plantea y busca nuevos horizontes. Por un lado, se relaciona con la “Agrupación Peronista Lealtad y Lucha” de Córdoba y por otro con la gente porteña de la revista “Cristianismo y Revolución”. Fue dirigente de la Juventud Obrera Católica (JOC). Para ese entonces vivía en una casilla prefabricada en San Miguel, provincia de Buenos Aires y trabajaba en un taller metalúrgico de Colegiales lo que lo obligaba prácticamente a vivir viajando. En agosto de 1968 participa del 1º Congreso del Peronismo Revolucionario y en enero del año siguiente, concurre al plenario peronista de Pajas Blancas, Córdoba. Está entre los fundadores de la organización Montoneros y será su jefe luego de la muerte de Abal Medina y Ramus (septiembre de 1970. Pizzería “La Rueda”. Sabino Navarro zafa atravesando limpita una gran ventana de vidrio que da a la calle). De ese período de clandestinidad y persecuciones, su mujer María recuerda haber entrado con su pequeño hijo a un bar a tomar algo fresco. Allí había un televisor prendido para esparcimiento de los parroquianos y de pronto aparece la figura de Sabino en la pantalla, buscado por la Policía Federal. El niño conmocionado le dice a María a los gritos: “Mamá ahí está Papá”. La madre no sabía adonde meterse y huyó despavorida con su pequeño hijo del bar. En julio de 1971 Navarro es sancionado con una despromoción y enviado a Córdoba. Dicha decisión tiene que ver con su labia y su pinta, aunque parezca mentira. Es que a las mujeres no les resultaba indiferente ese rudo trabajador metalúrgico con ciertos aires a Emiliano Zapata. Por lo que el “Negro Sabino” tenía una amante llamada Mirta Silvia Silecki de 25 años de edad, ajena a la militancia y el ámbito político. Una fría noche de junio de 1971 estaban los dos en el interior de su Peugeot 404 rojo (¡bien semáforo! ¡bien botonazo! ese auto), en la puerta de la casa de ella, Bermejo 560, en Villa Ballester, San Martín, provincia de Buenos Aires. De la nada salen un par de policías –un cabo y un agente- con el ánimo de identificarlos. Él estaba buscado. Dijo que tenía sus documentos en un maletín guardado en el baúl del auto y hacia allí se dirigió. Sacó el maletín, pero también un 38 largo con el que apuntó a los canas. Estos se resistieron y uno se abalanzó sobre él, lo esquivó, y ultimó a ambos. Los desarmó, les sacó inclusive una metralleta que había en el patrullero, subió a su coche y se fue. Este hecho, luego apareció contado en una revista montonera de la Juventud Peronista, pero nada se dijo en el relato de la mujer que lo acompañaba; según ese relato, todo lo acontecido, le había ocurrido a él sólo. Es que resultaba muy difícil de explicar para la moral montonera y “cristianuchi” de la época, que el “Hombre Nuevo”, el “Guerrillero Heroico”, se encamara con otra mujer que no era su esposa. Por esa razón apareció en Córdoba como dije antes y se hace cargo de dicha Regional. La muerte, también femenina, lo atrapa y no lo deja ir en esa provincia, por las sierras de Alta Gracia, en la localidad de Agua Negra. El 22 de julio de 1971 lo sorprenden tratando de “hacerse” de un par de automóviles en Río Cuarto, con tres compañeros más. Los necesitaban para un operativo. Comienza una persecución implacable de la policía provincial que lo hiere en el hombro, en una pierna y lo acorrala mal herido, en la zona serrana. Antes de morir desangrado, tiene tiempo para ordenar a un compañero suyo (Jorge Alberto Cottone) que se escabulla, como éste no quiere dejarlo solo, le ordena: “Yo soy el Jefe y ordeno que usted se salva”. Ya antes de Sabino, en un cerco en la ruta, muere un compañero que iba con él, “El Negro” Díaz, delegado ferroviario de esa ciudad riocuartense y cae detenido luego, Cecilio Manuel Salguero. Los “cumpas” montoneros de la provincia, están al tanto de lo que ocurre, porque tienen infiltrado en la policía a un compañero de ellos, que era chofer del comando radioeléctrico y les pasaba entonces los datos paso a paso de lo que iba sucediendo. Pero la zona estaba cercada y no pueden hacer nada para rescatarlo, sin poner en peligro la vida de otros militantes. Navarro fallece el 28 de julio de 1971 a la edad de 29 años. Las batidas en la zona, primero policiales y luego militares, con la ayuda de un baqueano, al fin encuentran su cadáver en una cueva, recostado en unas piedras y sosteniendo una pistola amartillada. Era para entonces el 27 de agosto. El jefe del operativo policial ordena que se le corten sus manos para que pueda ser identificado. Numerosas Unidades Básicas peronistas en todo el país llevarán su nombre como homenaje, entre esa fecha y 1975. Inclusive el conjunto folclórico “HuerqueMapu”, le brinda un tema en la cantata montonera estrenada el 28 de diciembre de 1973 en el Luna Park, que en una de sus coplas –letra de Alberto Molinas Benuzzi- dice: “Los engañamos hermano, ellos creen que te tienen y sólo guardan tu cuerpo, sin las manos, que siguen armadas en los brazos de tu pueblo montonero”. Sus restos enterrados como “N.N.” en el cementerio de San Vicente, fueron recuperados por la organización guerrillera peronista –por gestión de Arnaldo Lizaso- y llevados al de Olivos, el domingo 11 de agosto de 1974 en el marco de una multitudinaria manifestación popular. Ya más aquí en el tiempo, el día sábado 29 de julio de 2023 al mediodía, se realizó un acto recordatorio a la memoria de José Sabino Navarro en la Casa de la Memoria “Jorge ‘Nono’ Lizaso” en la localidad de Vicente López, provincia de Buenos Aires, un espacio cultural que fue Unidad Básica en los ’70. Estuvieron presentes familiares y viejos militantes y otros actuales; también concejales de la zona. Organizó la movida otro histórico del Peronismo Revolucionario: Justo Alberto Pereyra. Y con el tiempo llegó a mí, un relato del joven Cottone, (antes mencionado), transcripto por el periodista Alexis Oliva: En paralelo al río El Sauce y guiándose por las estrellas, caminan varios kilómetros en dirección norte hacia Alta Gracia. A la tarde del día siguiente, se cruzan con un paisano. El Negro lo encara y sin mostrarle ningún arma le pide: —Compañero, nos tiene que ayudar. Nosotros somos guerrilleros peronistas. ¿Nos puede dar algo de comer? Estamos sin comer desde hace dos días. —Bueno… voy a buscar. Al rato vuelve con una bolsa de arpillera con pan casero, un frasco de mermelada frutal, queso, una Coca Cola y un cuchillo. El Negro le promete que se lo van a dejar en el mismo lugar. Después de comer, escribe en un papel y lo clava con el cuchillo en un árbol: ‘Hasta la victoria siempre. Perón o Muerte. Montoneros. Venceremos’. “Fue una forma de agradecerle su solidaridad. Con el hambre que teníamos, el pan y el dulce eran un manjar y hasta hoy cada vez que tomo una Coca me acuerdo de aquella’, rememora Cottone”.