Roberto
Baschetti

Negro, Raquel Carolina Ángela

“Coca” para la familia y “María” para la militancia. Nació en Santa Fe en el barrio Sur, el 26 de abril de 1949. Estudió en la Escuela Normal su secundario y luego para Asistente Social; como tal trabajó en el Servicio Social Escolar, dependiente del Consejo General de Educación. Fue profesora de práctica en la Escuela de Servicio Social, conocedora de las problemáticas sociales por haber “pateado” los barrios hasta los límites donde la pobreza era extrema. En 1973 se desempeña como Asistente Social en la Secretaría de Cultura y Acción Social de la Municipalidad de Santa Fe. Militó en los barrios Santa Rosa, Villa del Parque y Alto Verde entre otros. En el primero de esos barrios con otros compañeros fundó la Unidad Básica “Carlos Olmedo” y organizó el Movimiento Villero Peronista (MVP). Integró el grupo original de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en aquella provincia. Se sumó a Montoneros y brindó su aporte fundamental a la Agrupación Evita de la Rama Femenina (Regional Santa Fe). Secuestrada el 2 de enero de 1978 en la tienda “Los Gallegos” de Mar del Plata con Valenzuela. Estuvo casada con Marcelino Álvarez a quien amó mucho. Enviudó y siguió militando. Tulio Valenzuela, fue su segundo esposo. Con cada uno de ellos tuvo un hijo; Edgar y Sebastián, respectivamente. Secuestrada y embarazada de 7 meses de mellizos, luego de parirlos en el Hospital Militar de Paraná (26-3-78), al final fue asesinada en la Quinta de Funes que era un CCD. De esos mellizos, uno apareció con vida (ver más adelante) y del otro no se sabe, se lo sigue buscando. El 23 de diciembre de 2008, Sabrina Gullino tuvo la confirmación oficial de que sus padres fueron Raquel y Tulio. Sabrina cuenta que su madre les dejó un casete grabado con sollozos de Sebas (Sebastián) y en donde canta canciones y lee poemas sobre la liberación de los pueblos. La abogada Oberlín le dijo a los jueces sobre el calvario de Raquel Negro: “En estas circunstancias, en las cuales cualquier mujer atraviesa por un momento especial tanto respecto a las modificaciones físicas como emocionales, Raquel fue sometida a múltiples situaciones de degradación, como el resto de sus compañeros y compañeras de cautiverio, pero con el agravante de que su estado la colocaba en un lugar de muchísima más vulnerabilidad. El tribunal pudo ver los lugares en los cuales permaneció detenida y hacerse una idea de las horrendas condiciones en las que vivieron los detenidos, donde permanecieron tabicados, sin camas, en el suelo y haciendo sus necesidades en un balde”. Tenía 28 años. Entregó su vida conscientemente para salvar de un atentado a la Conducción Nacional de Montoneros. Francisco Klaric, la recuerda a ella y a otros compañeros, en la condena a sus verdugos, a través de un poema que concluye así: “Castigo eterno que llevarán a la letrina que les toque en el infierno, los tétricos muertos vivos que quisieron hacerlos desaparecer y en el mismo acto los nacieron…”.