Nacido el 1° de enero de 1942. Su madre fue herida en el cuello durante el salvaje bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955. Siendo joven, con 16 años, José Luis milita en la organización derechista Tacuara y luego será uno de los integrantes de la misma que lleva a cabo una importante escisión, al reivindicar la opción de un peronismo nacional, popular y revolucionario. Se conforma así en 1962, el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), siendo él uno de sus líderes indiscutidos. Un año más tarde toma parte del asalto al Policlínico Bancario que deja una importante suma a la nueva organización, pero es detectado y detenido. Su audacia a toda prueba lo lleva a escaparse de los tribunales argentinos en 1964 y a refugiarse en Uruguay, para luego seguir camino hacia Cuba y China. En este país de Oriente, gobernado por Mao TséTung, recibe entrenamiento militar en la Academia para cadetes extranjeros, a donde llegó enviado por el Movimiento Revolucionario Peronista (MRP). Al volver a nuestro continente será instructor militar de los Tupamaros en la vecina orilla. Nuevamente detenido en 1972, se escapa con un centenar de “tupas” de la cárcel de máxima peligrosidad de Punta Carretas, donde hoy, la prisión ha sido reemplazada por un exclusivo “shopping”. Cuentan, los que descubrieron luego el túnel que facilitó la huida de 108 Tupamaros, qué, entre las pintadas registradas en el lugar, de “gaste” a los verdugos, de crítica a los militares orientales y de vivas a la organización guerrillera uruguaya y a Artigas, había una que los descolocó: con aerosol azul alguien había escrito y subrayado, “¡Perón Vuelve!”. Obviamente su autor era José Luis Nell. Una vez a salvo, regresa a la Argentina y se incorpora a Montoneros (con el nombre de Raúl; también lo nombraban como “El Troesma”). Forma pareja con Lucía Cullen (ver su registro). Los hechos del frustrado recibimiento a Perón en Ezeiza, el 20 de junio de 1973, lo dejan postrado en una silla de ruedas al recibir un disparo que le afecta la cabeza y su sistema nervioso, cuando estaba al frente de la Columna Sur de aquella organización guerrillera. Un compañero suyo, “Beto” Simona (ver su registro), lo salva de morir allí mismo, cuando baja de un tiro a un capitán fascista retirado del Ejército de apellido Chavarri, que estaba por asesinarlo. Su accidente motivó que la “Orga” dispusiera su envío a Cuba para una operación, pero él se opuso. Del mismo modo cuando le pidieron su arma se negó y les dijo “Yo sigo siendo un oficial montonero, con plenas facultades, el arma no me la sacan” y con esa arma más tarde, puso fin a su vida. Ya en una fracción de Montoneros autodenominada Lealtad, Irrecuperable en su salud y con el único fin de no depender de nadie, José Luis Nell decide quitarse la vida con la ayuda de su gran amigo Envar “Cacho” El Kadri que lo asiste en lo que puede. Se suicidó el 7 de septiembre de 1974 (otro registro –el de Sebastián Giménez- dice el 9 del mismo mes y año). Jorge Rulli otro amigo suyo y compañero de militancia lo rememora así: “En los años ’60 cuando Gustavo Rearte y otros compañeros como ‘Bechi’ Fortunato, organizaban sacarnos de la cárcel del CONINTES, se planeó una fuga en la zona del Puente de Pacífico, donde debíamos escapar de los camiones que nos conducían cada día al Consejo de Guerra en el cuartel de Palermo. Lamentablemente, los compañeros que quedaban en la calle disponibles debido a la represión y el desbande, eran tan pocos que apenas había gente para detener los camiones a punta de revólver y no quedaban otros para extender un dispositivo posible mínimo de contención. Entonces, en la desesperada, Gustavo propuso que la única manera de asegurar el éxito de una operación tan improvisada, era que alguien se sacrificara y quedara aguantando hasta la última bala para asegurar que los fugados y el grupo de asaltantes escaparan. Esto me lo contó luego en la cárcel personalmente un Gustavo todavía emocionado: Nellno vaciló, asombrando a todos los presentes y mostrando la ‘parabellum’ de que disponía, dijo claramente: yo me ofrezco para ese puesto. Y todos quienes lo conocían, sabían bien que lo haría sin vacilar, dando su vida por nosotros. Pasaron casi cincuenta años y no puedo olvidar ese gesto de José Luis, gesto que no cumplió simplemente, porque Gustavo no se decidió a sacrificarlo”. Un obituario en “Página 12” del 13-9-2020 a su memoria dice así: A 46 años de su desaparición, en recuerdo de una vida de lucha por la causa nacional”. Por otro lado, mucho antes, en la revista “Movimiento” N° 10 de septiembre de 1974 con motivo de su suicidio, puede leerse: “este final desgarrante y difícil de asumir; este final tan difícil, caprichoso e injusto, y al que nos resignamos a partir de que así fuera su voluntad. Pero si hay alguien que estará siempre junto a nosotros, porque Perón, Evita y su Pueblo fueron la fuente de todo lo que supo y lo que hizo, y devuelve siempre esa inspiración revolucionaria, será José Luis Nell”.