Nació un soleado día de noviembre de 1927, el 1°, en Zenón Pereyra, provincia de Santa Fe. Su padre, Trento, era farmacéutico y anarquista; además, representando al Justicialismo, en marzo de 1962, fue elegido Intendente de Moreno, pero no lo dejaron asumir. Su madre estudiante universitaria (una rareza de la época) y ferviente católica. Resumiendo: el primer nombre de Passaponti lo eligió su padre y el segundo su madre. El pibe fue estudiante del colegio normal “Mariano Acosta”. También fue monaguillo. El 17 de octubre de 1945 toda la gente humilde, trabajadora, que de una u otra manera sentía como propia la tierra, el barro, la sangre, el frío, la lucha, la tristeza, salió a la calle y se encolumnó hacia el centro “pituco”: iban a pedir por la libertad de su Líder, el coronel Juan Domingo Perón. Pero también se iban a reencontrar con la patria, con el perfume de su madre lejana y con el olor de su tierra, más lejana todavía. Y lo lograron. Fue su primera gran victoria; no sería la única. Pero todo tiene un precio… Cuando las masas se desconcentraban fueron tiroteadas desde los balcones del diario “Crítica” (antiperonista); otras fuentes dicen qué al revés, los manifestantes atacaron el diario y desde allí dispararon para defenderse. Lo concreto es que producto de esa acción, murió de un tiro en la cabeza, con solo 16 años de edad, Darwin Passaponti, joven nacionalista afiliado a la Unión Nacional de Estudiantes Secundarios (UNES). Fue el primer mártir del peronismo insurgente. Darwin dejó un poema de su autoría que a la larga resultó precoz premonición y perfecto epitafio: “Quise cruzar la vida con la luz del rayo que el espacio alumbra, seguro de no vivir más que un instante, seguro de no morir debilitado. Así como el rayo, corto, breve, soberano”. (Nota de R.B. El poeta Alfredo Carlino, asegura que ese mismo día cayó en la misma acción relatada más arriba, otro joven peronista: Benito Currá).