Roberto
Baschetti

Peralta, Amanda Beatriz

“La Negra” nació en Bolívar, provincia de Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1939, en el seno de una familia de prósperos productores rurales, de cuño radical y antiperonistas. De jovencita fue pupila a un colegio de monjas en Buenos Aires ya que en su ciudad natal no había escuela para magisterio. Empezó a militar en La Plata en 1955, a los 15 años, en la Federación de Estudiantes de la universidad, en la Facultad de Humanidades, en la carrera de Letras. Estudió hasta segundo año. Ella cuenta de cómo vivió la revuelta de Valle, en la ciudad de las diagonales: “Me escapé a ver qué pasaba ahí…había mucha gente alrededor de los muros del regimiento. De golpe se escuchan las descargas cuando lo fusilan al Coronel Cogorno. Yo no sé explicar por qué, pero a mí, eso se me clavó en el alma”.En 1965, se traslada al sur del Gran Buenos Aires, por la zona de Avellaneda y Dock Sud. Se suma a la Resistencia Peronista y a la Juventud Peronista. En 1962 junto a Antonio “El Caballo” Banegas, se incorpora al grupo del “Vasco” Bengochea (FARN: Fuerzas Armadas de la Revolución Nacional) que mantiene lazos fraternales y operativos con la JP. Tanto Amanda como Banegas había recibido instrucción militar en la Cuba socialista de Fidel y el Che. La primera operación que hicieron no llevó firma adrede, para “no levantar la perdiz”: fue en un puesto de guardia de Campo de Mayo. Un compañero presente de los cuatro que llevaron adelante el operativo, rememora: “La Negra se puso una pollerita cortita y pasó por el puesto revoleando la cartera. Los centinelas –tres colimbas- la metieron adentro. Una vez allí ella sacó de la cartera un chumbo, puso al trio contra la pared, y nos avisó a nosotros que esperábamos, afuera, escondidos en un zanjón. Lo hizo por medio de una linterna con su juego de luces, entonces entramos y nos llevamos los fierros”. Por su militancia, sufrió persecuciones y cárcel (agosto de 1964 a marzo de 1965; en diciembre de 1966 por una huelga portuaria y del 9-9-68 al sábado 26-6-71 en que se fuga de la cárcel del Buen Pastor junto a otras 3 guerrilleras; al respecto ver el libro “Operación Capeletti”, de las autoras Aren y Somoza, editado por Planeta en 2023). Adhiere por entonces (1967) a Acción Revolucionaria Peronista (ARP), el grupo de John W. Cooke y Alicia Eguren. Fue la única mujer del grupo guerrillero de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) apresado en Taco Ralo, Tucumán, el 19 de septiembre de 1968. (Para muchos la primera mujer guerrillera de la Argentina contemporánea). A quien fuera jefe natural del aquel grupo –Envar “Cacho” El Kadri-, lo conoció a través de su compañero de celda y militancia, Dardo Manuel Cabo que se lo presentó. Cabo y Amanda habían estado encanados en Coordinación Federal en el ’64. Sobre la idea de comenzar ese foco rural guerrillero, supo decir: “Nuestra ‘Teoría’ era que el único modo de iniciar un foco, era iniciándolo. Es decir, dando los pasos concretos necesarios para subir al monte: conseguir dinero, armas, equipos y combatientes a través de empezar a operar, aunque fuésemos dos o tres locos sueltos. Resulta que de golpe descubrimos que éramos unos cuantos los que pensábamos lo mismo (…) Comenzamos a madurar la ‘teoría de las dos patas’ que consistía en ver el foco rural y el foco urbano como igual de necesarios. Los compañeros elegían si querían irse al monte o ser urbanos”. También aclara algo más que importante: la denominación del grupo insurgente. “El grupo rural se llamaría ‘Destacamento Montonero’ y el urbano ‘Destacamento Descamisado’. FAP –Fuerzas Armadas Peronistas- se eligió como nombre de la organización porque considerábamos importante marcar desde el vamos el carácter peronista de esa lucha, e impedir maniobras maccartistas de los milicos, con su discurso y cantinela de combatir el comunismo, etc.”. Resulta interesante, transcribir, por un lado, el primer punto del comunicado que las FAP dio a conocer públicamente en noviembre de 1968 sobre esa experiencia guerrillera: “Pertenecemos a la nueva generación peronista nacida a la lucha en medio del estruendo de las bombas asesinas del 16 de junio de 1955 en Plaza de Mayo y los fusilamientos del 9 de junio de 1956 del General Valle y sus valientes compañeros. Nuestra juventud se lanzó a la lucha por la reconquista de la ‘felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación’ y muchos de nuestros compañeros –Felipe Vallese, Mario Bevilacqua, Marcial Martínez, Santiago Pampillón- pagaron con su vida la lealtad de nuestra generación a la causa del Pueblo. En medio de este ambiente de violencia –fusilamientos, represión, CONINTES, leyes de emergencia, asesinatos, proscripción sistemática de la mayoría, etc.- elegida por la oligarquía como única forma de mantener sus injustos y anacrónicos privilegios, vimos a las Fuerzas Armadas convertirse en Guardia Pretoriana del sistema, defensora de la dependencia y pérdida de nuestra soberanía así como en sistemáticos burladores de la voluntad popular, aun cuando ella se expresaba condicionada a las mismas reglas arbitrarias por ellos establecidas”. Y también, siempre en el mismo comunicado, resaltar, como una vez apresados, ellos, no cejarán en su empeño de luchar: “Nuestros errores pueden servir de lección y ejemplo, pero no de negación de la única salida del pueblo ante la violencia gorila. El pueblo argentino consciente de la gravedad de la hora que atravesamos y de su responsabilidad ante la historia, debe alistarse para cumplir su misión en esta hora de los pueblos, y estrechando filas, como un solo hombre, estar listo para responder al clarín de la patria cuando llame pronto al combate libertador”. Y continúan diciendo: “En el pasado, el general San Martín, el doctor general Belgrano, el fraile ingeniero Beltrán, el gaucho general Güemes y otros patriotas, conquistaron a sangre y fuego, la independencia que en Tucumán se declaró el 9 de Julio con la gloriosa etapa de la liberación de la patria de la dominación imperialista y la oligarquía vernácula. Hemos cambiado el uniforme verde oliva de los guerrilleros por el negro de los prisioneros. Pero en el monte, en la calle o en la prisión, nuestro espíritu y fortaleza sigue en pie, y se multiplica en cada descamisado, en cada ‘grasita’, en cada trabajador, que se apresta a librar la guerra total por el retorno de Perón al poder y el establecimiento definitivo de una nueva Argentina, justa, libre y soberana. ¡Caiga quien caiga y cueste lo que cueste! ¡Venceremos! ¡Patria o Muerte!”. Amanda se casó con Néstor Verdinelli, otro compañero del grupo primigenio de las FAP, con el que tuvo 2 hijos. Posteriormente se separó del mismo. A partir de 1973, ella militó en las “FAP 17” por qué esta, adoptaba una postura movimientista de apoyo a Héctor José Cámpora en las elecciones del 11 de marzo de 1973, y es entonces cuando abandona la lucha armada. En tanto que las FAP nacional, de la que se apartó, continuaba con su teoría alternativista, es decir, se consideraban “la alternativa independiente de la clase trabajadora”. Amanda Peralta nos dejó una reflexión imposible de soslayar luego del genocidio ocurrido en Argentina. “Hay una visión acrítica de los procesos de guerra. Se hace una asimilación de lo ineludible con lo legítimo. No podemos plantearnos erradicar la guerra a través de fomentar las guerras. En 1973 esta confusión era muy grande porque allí la violencia ya no era necesaria. Sucede que la concepción foquista se conformó con dos componentes: el nacionalista –con todos sus valores patrióticos, los héroes, el sacrificio- y la concepción marxista de la lucha de clases como motor de la historia. Eso dio un cóctel explosivo. Tendíamos a ver la violencia como heroísmo y como valor proletario y socialista. Ahí estaba la idea: cuanto, más milicos limpiemos, más cerca estaremos del socialismo. El problema es cuando descubrís que no podés hacer una guerra sin militarizarte, sin volverte un militar”. Falleció en Gotemburgo, Suecia, el 2 de enero de 2009 con serios problemas en bronquios y pulmones. Tenía 69 años. Dos días antes de morir, exhausta pero entera a la vez, escribió para el diario “GöteborgsPosten” un artículo de su autoría sobre los 50 años de la Revolución Cubana. La ceremonia religiosa para despedir sus restos fue en una iglesia de esa ciudad y estuvo acompañada por la música de la película “El Exilio de Gardel”. Allí, en ese país escandinavo, se había radicado luego del golpe militar de 1976, previo pasaje por Brasil. También sumó su repudio a esa dictadura cívico-militar, corriéndose hasta Francia para colaborar con el boicot al Mundial de Fútbol del ’78, participar de la marcha de los 100 artistas en París y en Amsterdam, y también ir los jueves con “Cacho” El Kadri a plantarse todas las veces que pudo frente a la embajada argentina en el país galo, como muestra de repudio y en reclamo por los secuestrados, desaparecidos y asesinados en nuestra patria. Hasta último momento me supo privilegiar con su amistad ya que solíamos cartearnos. En una de sus misivas, con lucidez, me plantea un tema que no se ha resuelto hasta el día de hoy. Que, por el contrario, se ha agravado. La carta que me envía, tiene fecha 21 de octubre de 2008. En una parte de la misma dice así “Cuando me enfermé (estuvo grave, en coma, 4 semanas internada en el Hospital Argerich) estaba trabajando en lo que fue mi último proyecto de investigación (financiado por la universidad de Gotemburgo ciudad donde vivo y donde ya hace años me doctoré en Historia de las ideas). Trataba de la relación del pueblo mapuche con los museos del sur y con los antropólogos sureños. La antropología es la ciencia que en mayor grado está contaminada del pensamiento colonialista. Nació para que el científico (blanco, europeo, hombre “civilizado”) pudiera estudiar y definir al “Otro”. Su privilegio de formulación del problema lo hace dueño de la historia del “Otro”. Eso se ve claro en el sur, donde museos como el de Bariloche, o el de los Benetton en sus campos de Leleque, interpretan a los mapuches (y a los tehuelches también) de una forma que, esos pueblos encuentran inaceptable, y ante la cual protestan”. Últimamente Amanda ha tomado una importancia mayúscula en la historiografía del peronismo revolucionario, tanto es así que en poco tiempo aparecieron dos libros que se ocupan de ella. Primero fue: “Amanda Peralta… por otros medios. De Clausewitz a Guevara: guerra, revolución y política en la tradición del pensamiento marxista” editado por Caterva en 2020 compilado por Juan José Olivera. Y posteriormente apareció (año 2023. Herramienta ediciones): “Peronismo, género y lucha armada. Conversaciones con Amanda Peralta” y cuyo interlocutor es Sergio Nicanoff.