“Pocho”. Nació en 1952. Cursó la primaria en la escuela de Boedo al 600 y la secundaria en la Escuela Técnica Nº 35 “Ingeniero Latzina”, recibiéndose de Técnico en Automotores. Estudiaba Ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y luego dejó para pasarse a estudiar Sociología. De pibe vivió a metros de la esquina de Independencia y Boedo, en un departamento ubicado sobre la Academia Pitman, cercana a una lechería de La Vascongada, ya que su madre Isabel Vizcay, era la directora de aquel instituto de enseñanza mecanográfica. Ninguna de las dos referencias, existen hoy en día, eran parte de un Buenos Aires que ya no existe. Fue socio de San Lorenzo, donde en el verano nadie lo sacaba de la pileta. La adolescencia lo volvió más formal. Andaba siempre impecable en su manera de vestir, con vaqueros y remeras al tono, siempre peinado hacia atrás con fijador. Las chicas recuerdan que las malas palabras no estaban en su lenguaje, que era muy estudioso y de sonrisa contagiosa y mirada límpida. Asumió el compromiso político desde la militancia peronista. Fue subdelegado de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Luego se fue de allí (1976) por las persecuciones de que fue objeto para trabajar en carpintería ya que le gustaban las actividades manuales. Fue secuestrado-desaparecido el 20 de julio de 1977 con 25 años de edad. Todos coinciden en que era un gran tipo, no tenía maldad. “Quienes te desaparecieron no pudieron borrar la memoria, se olvidaron que lo eterno se fortalece en silencio y por eso todos ustedes están vivos en la llama que nos ilumina el camino, que jóvenes como Jorge y tantos otros nos mostraron. Nada fue en vano. Gracias a ellos hoy heredamos esta libertad y esta democracia. Que las generaciones que nos sucedan sepan que hubo otro tiempo con muchos nombres como el de Jorge que dejaron su vida para que hoy podamos opinar distinto y elegir. Mi más profundo silencio de respeto en recuerdo a tu vida y en homenaje a tu memoria”. Lo dice, Jorge Luis Franceschelli, su compañero de correrías juveniles.