Roberto
Baschetti

Piguillem, José

Lo conocían como “Pepe de Moreno”. El curita que andaba en bicicleta con unos vaqueros gastados y cuando el clima era benévolo con sandalias. Esa vestimenta impropia de un sacerdote le salvó la vida. Fue cuando el 20 de agosto de 1976, estaba una cuadra de su casa, en barrio Parque Gaona, y lo paró con su bici, un soldadito con casco y fusil para decirle que no podía seguir camino, porque ahí cerca se estaba haciendo un procedimiento “antisubversivo” en la casa de un cura, que no era otra casa que la propia. Puso cara de poker, pegó media vuelta y se hizo humo. Encontró refugio en la catedral de Morón a través del Obispo Miguel Raspanti. Ambos se enteraron que la jerarquía eclesiástica no era ajena al hecho; estaba al tanto del mismo y no había hecho nada para evitarlo. Piguillem-“Pepe de Moreno” era culpable a ojos de la dictadura de asistir a sus fieles diseminados en las distintas capillas de la Parroquia: Santa María, Lomas de Moreno, La Victoria, La Perla y La Perlita; también Jardines. Y no solo de asistirlos sino también de organizarlos. Es que barrios obreros y asentamientos crecían sin pausa en la zona al conseguir sus habitantes algunos trabajos –aunque fuesen temporarios-. El Padre Pepe por su parte, decía con cierta lógica que las iglesias sobraban, lo que faltaban eran verdaderos cristianos que ayudaran a sus semejantes. Pero estar ahí y vivir el día a día con aquellos migrantes lo llevó a una severa autocrítica de su parte: “Yo venía con mentalidad de clase media, muy burguesa y me costó entender y respetar aquella religiosidad popular que emergía a diario”. Pero cuando la entendió fue “al hueso”. Había que estar al lado de los pobres y trabajar codo a codo con ellos para cambiar la realidad al mismo tiempo que se enfrentaba al sistema. Se sumó al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). El primer documento de ellos fue el 15 de agosto de 1967. El vocabulario de aquellos curas dijo las cosas como eran: había países ricos y países pobres, aquellos ejercían el “imperialismo del dinero” y sumergían en la pobreza y la miseria a los segundos. Piguillem fue el responsable del MSTM en toda la zona de Moreno entre 1968 y 1973. Él mismo llevó a la práctica un apotegma de aquellos religiosos insertos en un cambio social: “vivir inserto, trabajar con tus propias manos y tener un compromiso político”. Y él lo tuvo. Fue peronista. Y dio a conocer públicamente con otros curas del Movimiento, en septiembre de 1971, su solidaridad con todos los presos políticos, gremiales y estudiantiles que el sistema llamaba “terroristas”, cuando en realidad todos estos “compañeros”, estaban en el “corazón de un pueblo que los reconoce defendiendo su causa”. Tomó parte de la publicitada visita de sacerdotes tercermundistas a Perón el 9 de diciembre de 1972 Todos ellos, o al menos la gran mayoría consideró que la liberación nacional y social de nuestra patria pasaba por el Peronismo y su conductor natural, el General Juan Domingo Perón. Piguillem y otra media docena de curitas llegaron a Cuba invitados por el Instituto Cubano de Amistad de los Pueblos para que comprobaran “in situ” la realidad social del primer territorio socialista de América. En el país caribeño festejaron la asunción de Cámpora en Argentina el 25 de mayo de 1973 con un pequeño acto en la Plaza de la Revolución, ante el monumento a José Martí, donde cantaron “a capella” el Himno Nacional y la Marcha Peronista. Vuelto a la Argentina, intensificó la organización con todos los jóvenes (chicos y chicas) de su diócesis, allá en Moreno, en el “lejano oeste” como sabía denominarlo con ironía. Hubo campamentos, ayuda real a los más necesitados, trabajos de “reconstrucción nacional” en los barrios y asentamientos. Paralelamente con la compañera Lela Rodríguez –profesora de Historia de la zona- se le dieron clases a los pibes sobre Juan Manuel de Rosas, las montoneras federales, Perón y Evita entre otros temas. El otro paso de Piguillem fue armar una comunidad en el barrio La Victoria. Dice la Doctora en Historia María Elena Barral de cuyo libro (“Curas con los pies en la Tierra”) están tomados muchos de estos datos que “En esa comunidad se reflexionaba sobre los documentos del Concilio Vaticano II y los de Medellín a lo largo de extensas reuniones que terminaban con cenas improvisadas, en general a base de arroz o fideos, y también celebrando misa con poco más que un mantel blanco, pan y vino, el Evangelio y un cirio”. Luego de aquel secuestro frustrado contado al principio de esta reseña, “Pepe de Moreno” (Piguillem) partió al exilio para salvar su vida. Avanzo en la historia: “Corría el año 1985 y luego del fallecimiento del padre Novak, el obispado de Morón decide nombrar cura párroco de la iglesia católica más importante de Ituzaingó, a José Piguillem Rocasalba. Vaya si era una novedad: Una comunidad conservadora de clase media alta, de ideas políticas derechosas y anticomunistas, recibiría al cura villero, tercermundista y rebelde más famoso de la región Oeste. Llegaba de Moreno, del Cuartel Quinto, de resistir la dictadura y organizar la lucha contra la pobreza. Otro gran obispo argentino, de Ituzaingó: José Gentico había intercedido ante Monseñor Laguna para que Pepe venga a nuestra ciudad. Muy a pesar suyo, pero con una obediencia ciega, Pepe aceptó el reto y llegó a Ituzaingó. Un pasacalle puesto frente a la parroquia denunciando a Pepe por comunista, colocado (después se supo) por algunos dirigentes de la comunidad parroquial, sería su carta de bienvenida. Nosotros, que éramos los jóvenes de la parroquia, no lo conocíamos, apenas sabíamos de él. La llegada de Pepe a muchos de nosotros nos cambió la vida, nos formó y nos entregó al mundo de los adultos llenos de ideas, de proyectos y de vocación política. Pepe llegaba sin conocer prácticamente a nadie, la parroquia se llenaba de murmullos por su historia en Moreno. Perseguido por la dictadura, exiliado y vuelto al país luego del ‘83, Pepe cargaba en su mochila los años de plomo en la barriada de Moreno” (explica Sebastián Sanguinetti). Pero una vez más se ganó el cariño y aprecio de los fieles y sobre todo de los jóvenes del lugar. Nuevamente muchos cuadros del peronismo de la zona, que luego tomaron relevancia, se formaron en aquel ámbito religioso. Piguillem, había nacido el 25 de enero de 1931. El 27 de diciembre de 2014 festejó las bodas de oro como cura en el marco de una gran fiesta popular que incluyó en el rubro gastronomía: choripanes, empanadas, ensaladas, pastafrolas y pastelitos. “El video homenaje que le regalaron en esa fiesta terminaba con una música conocida. No era una canción de misa, pero en algún momento estuvo en los cancioneros de la Parroquia. Sonaba la Marcha Peronista en una versión instrumental ejecutada con sikus. Los asistentes la escuchaban emocionados con la convicción de una pertenencia que es política y religiosa a la vez. Había una ideología que permitía unir ambas identidades” (María Elena Barral). “Pepe de Moreno”, el cura Piguillem, falleció el 8 de mayo de 2017 a la edad de 86 años, el mismo día de la conmemoración de “Nuestra Señora de Luján”.