“Mike”. 33 años. Con triple nacionalidad a cuestas: argentina, francesa (donde había nacido y misma nacionalidad de su padre) y estadounidense (nacionalidad de su madre). Era de profesión fotógrafo y estudiante de la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Cuyo, donde tuvo participación política ligado a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros. El 4 de noviembre de 1976 fue privado de su libertad en forma ilegitima por un grupo de personas pertenencientes a las fuerzas de seguridad, quienes, tras irrumpir violentamente en su vivienda de Godoy Cruz, provincia de Mendoza, dañarla y apropiarse indebidamente de distintos objetos (léase afano), procedieron a su secuestro y traslado al tenebroso Departamento de Informaciones D2. Nunca más apareció con vida. Hay una versión no comprobada en su totalidad que dice que luego de ser ferozmente torturado, Poinsteau logró suicidarse en su celda. El operativo coincide con el secuestro de Oscar Julio Ramos (ver su registro) otro militante montonero a quién Miguel Alfredo había resguardado en su vivienda con anterioridad y de quien era muy amigo; cuando Ramos teatralizó “El Mendozazo”, Poinsteau lo ayudó con los fuegos de artificio. Este increíble compañero –Miguel Alfredo Poinsteau- de multiples facetas a la vez, fue tintorero, fotógrafo como dije antes, paracaidista y mago. Su amigo Alberto Gago, lo reivindica de este modo: “Yo creía que tenía experiencia, un poquito mayor que la media en la universidad, pero con Miguel me di cuenta que él me sobraba en ancho y en alto y además me sobraba en bondad, me sobraba en carisma y en muchas cosas que me hubiera gustado ser. Con Miguel aprendí muchas cosas, de la vida, de la solidaridad. Miguel era un tipo ético. Un día íbamos caminando por la calle San Martin y había un muchacho que estaba tratando muy mal a una chica, se paró y se metió. Se metía en todas, no se bancaba la injusticia, no se bancaba el machismo”.