Roberto
Baschetti

Ponti, Yolanda Rosa

Era la menor de 4 hermanos. Siendo adolescente ya se interesaba mucho por los temas sociales. Molesta con la frivolidad, era crítica con respecto al famoso baile de 15 de sus compañeras y amigas que competían por el más suntuoso. Tenía un buen sentido del humor mezclado con una fina ironía. Con un grupo de estudiantes secundarios, conformó el AES (Acción de Estudiantes Secundarios) y sacaron una revista que se llamó “Qué Hacer”. En 1975 se fue a Santa Fe a estudiar Ciencias Sociales (para ser Asistente Social). Allí sumó a muchos compañeros que, viniendo de Rafaela, de una militancia secundaria, engrosaron las filas de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y ella misma desde esa identidad partidaria fue elegida delegada de año por sus pares. También recorría los barrios ayudando a las personas más necesitadas. Un año más tarde en medio de una persecución ideológica sin precedentes y en un ambiente de terror, se mantiene firme en su ideal político; para ella irse, equivalía a una traición. Producto de una ejecución sumaria –resiste caer con vida- fue abatida el 1º de diciembre de 1976, en 25 de Mayo y Lisandro de la Torre, en la vía pública de la ciudad de Santa Fe (más datos al final de la reseña). Tenía tan sólo 19 años de edad. Su pareja, ex compañero de vida y militancia dice sobre ella y la coyuntura: “Esta juventud apresurada…. Esas fueron las palabras que eligió Yolanda para decirme que también me amaba; parafraseando al General que por ese tiempo empezaba a reprender en público a la ‘juventud maravillosa’. Con ‘El Descamisado’ en la mano y adentro un ejemplar recién impreso de la revista ‘Que Hacer’, órgano de difusión política de los estudiantes secundarios de Rafaela. El uniforme gris de la escuela de las monjas, pollera tableada, suéter azul, uniforme escolar que, con pintas oscuras, delataba varias horas de trabajo a la salida de la escuela imprimiendo, a pura vuelta de mimeógrafo, nuestra revista. Con el ‘nosotros’ siempre en la boca, ese plural con el que te sentías mejor para gritar que eras del ‘Santa Fe, de Aguirre y Braco, Montoneros de Perón’. Días felices en los que, con mucha militancia, es decir: entrega, solidaridad, convicción, participabas de asambleas estudiantiles, discusiones con docentes que sorprendidas en su histórico antiperonismo, tenían ahora que saber defenderlo con una heredera de Evita en sus aulas. Por las tardecitas-noches en la Unidad Básica, junto con los más pibes, sumabas horas de corazón peronista a la causa revolucionaria, mezclando alguna anécdota de la Resistencia con alguna panfleteada o pintada reciente contra Osinde y López Rega. Los fines de semana a colaborar con algún compañero de los barrios de laburantes en alguna tarea de ‘reconstrucción’, mientras se levantaba, la sede de la nueva Junta Vecinal y allí alfabetizabas a los más viejos o ayudabas a los pibes con la tarea escolar. Parecía como que todo era posible dentro tuyo (nuestro). Como no serlo si eras (éramos) portadores del Hombre Nuevo que, llenos de osadía y trasgresión, iban a hacer un hospital de niños en el Sheraton Hotel. Luego cambió la mano, pero había que demostrar al final de cada día que, a pesar de todo, la lucha continuaba, aunque todos los días alguien no apareciese a la última cita de control. Había peligro, pero siempre la convicción de continuar fue más fuerte, eras una más de la nueva resistencia peronista y si ya había habido un triunfo, con el regreso de Perón tras 18 años de exilio, éste iba a ser uno nuevo, pero el final, con los compañeros en el poder y vos ibas a ser uno de ellos. Con todas esas convicciones y la voluntad de darles pelea te subiste ese día al colectivo de la línea 3, ellos (compañeros) como siempre seguros, ya estaban haciendo de las suyas, armando algún nuevo combate, siempre desparejo, donde 10 ó 20 se enfrentaban a uno o dos. Entonces fuiste la chica de los diarios, la de cabellos claros, la que la radio anunció que cayó en un nuevo enfrentamiento de las fuerzas armadas contra el ‘enemigo subversivo’. Los milicos peleando para que se viera que no iban a tolerar jóvenes con sueños, impertinentes con el poder constituido. Vos, desafiante defensora de la justicia, la patria y el derecho irrenunciable a constituir un país sin excluidos”. Hermosa semblanza sobre Yolanda Rosa Ponti nos ha brindado su ex pareja. Su asesinato ocurrió en la fecha -al comienzo de esta reseña indicada- cuando ella viajaba –como también se dijo- en un micro urbano; en la esquina de 25 de Mayo y Lisandro de la Torre, ciudad de Santa Fe. Además de ella murió el chofer del colectivo y un sargento del Ejército. Por los hechos fue arrestado –estaba prófugo- en abril de 2019, el Teniente Coronel ® Alberto José Jaime (a) Amorfo, (a) Bestia, (a) Mono. Se lo acusa de los disparos que acabaron con la corta vida de Yolanda Rosa Ponti. Este sujeto estaba al mando de una patota del Destacamento de Inteligencia 122 del Ejército al momento del crimen. Comenzó a ser juzgado por le Tribunal Oral Federal 1 de Santa Fe, el 4 de agosto de 2023. Se esperaba un veredicto. ¡¡ Que llegó !! y rápido, el 22 de agosto del mismo año, en un nuevo aniversario del renunciamiento de Eva Perón a la vicepresidencia de la nación (1951) y de la Masacre de Trelew (1972), fue condenado a prisión perpetua.