Padre italiano, madre con ciudadanía brasileña, Alberto Proia nació en alta mar, un 28 de septiembre de 1918, en un barco con la bandera tricolor por lo que era un italiano más. Falleció en la ciudad de Berisso, el mismo pueblo donde vivió desde pequeño, cuando era parte integrante de la Octava Sección Electoral de La Plata. A los doce años trabajó como mozo en un restaurante de la mítica calle Nueva York, aquella calle (hoy monumento histórico), donde por día transitaban miles de obreros de la carne que trabajaban en lo frigoríficos de la zona; el mismo sitio donde se gestó el comienzo de aquel glorioso 17 de Octubre de 1945. Concluyó sus estudios secundarios en la Base Naval de Río Santiago donde adquirió el oficio de modelista ya que tallaba en madera los moldes de las hélices de los barcos. Comenzó sus primeros pasos como representante gremial, desarrollando su actividad en el gremio de los Trabajadores del Estado (ATE), momento histórico que coincide con el 17 de Octubre antes citado y donde fue un protagonista relevante de aquella gesta popular. Participó activamente en la campaña electoral para las elecciones del 24 de febrero de 1946, supo escribir en las paredes “Braden ó Perón” y por elecciones internas, el 21 de septiembre de 1947, se convirtió en el primer presidente del Partido Peronista de Berisso. Por el voto soberano fue electo diputado provincial para el período 1948-1952 donde mostró una real preocupación por resolver los problemas de la gente. También fue convencional constituyente en la Asamblea Provincial de la Constitución Provincial Social de 1949. Su espíritu militante no se aplacó con el golpe “gorila” de septiembre del ’55 y no dudó en participar activamente en el levantamiento cívico-militar del 9 de junio de 1956 junto al Teniente Coronel Cogorno (ver su registro), quien designó a Proia como jefe civil del Movimiento para la zona de Berisso y Ensenada y cumpliendo tal rol fue uno de los peronistas revolucionarios que tomó el Regimiento 7 de Infantería de La Plata. El fracaso final de la asonada lo convirtió en un fugitivo y la persecución despiadada hacia su persona lo depositó en el Uruguay donde conoció a la que sería su esposa (Oliria Raquel Figueredo Goyén), una estudiante de Literatura que le daría dos hijos: el montevideano Alberto y Andrea María. En el país hermano se ganó la vida como plastificador de pisos y tuvo una heladería, pero en cuanto la situación política y social lo permitió se volvió a su querido Berisso natal. Allí en 1970 –prohibidas aún las unidades básicas y usando la picardía- inauguró la denominada “Peña Juan y Juan” en honor a Juan Domingo Perón y Juan Manuel de Rosas, peña que con el tiempo pasaría a ser un Centro Doctrinario Justicialista. Durante el período 1973-1976, Alberto Proia, se desempeñó como asesor consultivo del Bloque Justicialista del Senado de la provincia de Buenos Aires, siendo luego, además, interventor del Partido Justicialista de la provincia durante años muy duros, en donde reiteradas veces se presentaba ante las autoridades de facto y eclesiásticas para pedir por compañeros presos y/o desaparecidos. Desde 1983 con el regreso de la democracia, se desempeñó como Presidente del Partido Justicialista de Berisso y fue convencional constituyente en la reforma de la Constitución Provincial de 1994. Dedicó el resto de su vida a asesorar a los jóvenes militantes peronistas que surgían para que el Movimiento se nutriera de jóvenes con vocación de gobernar. Más acá en el tiempo, muy enfermo, dejó de existir en la misma ciudad que lo cobijó de muy pequeño. La Cámara de Diputados de la Legislatura Bonaerense le rindió un póstumo homenaje en la palabra del diputado Bonicatto, el 17 de mayo de 2001.