“Chino”. Nació en Córdoba el 22 de abril de 1945 y murió en Buenos Aires víctima de cáncer, el 30 de enero de 1996, cuando era director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Su padre era de profesión escribano; una familia de clase media acomodada. Él, joven brillante, tras obtener una Maestría en Economía Política en la Universidad de Bologna, Italia, se graduó de abogado en la Universidad Católica de Córdoba con 22 años. Comenzó a militar en la Juventud Peronista. Como bien cuenta su amigo y compañero de militancia Francisco Felipe Yofre en el libro de su autoría “Vivir en los ’70. Un tiempo para recordar”, Prol fue “militante de la AES –Agrupación de Estudios Sociales- y luego de Montoneros. Defensor de presos políticos, fue detenido el 24 de marzo de 1976, unas horas antes del golpe militar, y estuvo preso en diversas cárceles del país, sobre todo en el penal de Sierra Chica, aunque el régimen negó sistemáticamente tener noticias de su paradero. Ante la certeza de que su único hijo había sido asesinado (estuvo “chupado” una semana antes de ser legalizado), su madre (Alba Montamat, farmaceútica) decidió suicidarse. Con el retorno de la democracia –y recobrada su libertad en la Navidad de 1981- Prol ocupó diversas Secretarías de Estado bajo el gobierno de Carlos Menem (a quien conocío al compartir cárcel en la localidad formoseña de Las Lomitas), y entre el 17 de abril y el 10 de diciembre de 1991, ejerció el cargo de Interventor Federal en la provincia de Catamarca, al ser destituido Ramón Saadi tras la violación y asesinato de María Soledad Morales, lo que se convirtió en un escándalo que conmovió al país y en el que estuvieron implicados los ‘hijos del poder’ vinculados al gobierno saadista. Su intervención puso fin a un largo período de caudillismo de la familia Saadi que, desde hacía décadas, gobernaba a su arbitrio la provincia del norte”. Para el diario “La Nación” que le brindó una necrológica, “Tres cosas caracterizaron a Luis Prol: su cintura política, su perfil de hábil administrador y su enérgico carácter; los tres pilares en los que se basó para constituirse en una de las figuras más destacadas de la política tras el arribo del menemismo al poder”. Cabe acotar que Luis Prol al ser designado Secretario de Energía en 1990, para suceder al renunciante Julio César Aráoz no dudó en enfrentarse por discrepancias técnicas con Domingo Felipe Cavallo otro hombre fuerte en el gobierno. Cuando alguien le reprochaba a Prol su adhesión al menemismo, él contestaba entre la broma y la verdad: “Yo ya cubrí toda mi cuota de sufrimiento” y ha de haber sido así nomás, porque Juan Carlos Dante Gullo, referente histórico de Juventud Peronista –que compartió cautiverio con él- exclamó admirado en una oportunidad: “¡Qué conducta tenía ese hombre en la cárcel!”. Virginia Gorbato en un libro de su autoría donde repasa la vida de ex montoneros que luego se acercaron a Menem, afirma que, al salir en libertad, Luis Adolfo Prol se casó con una formoseña y pasó a militar localmente en una agrupación residual de Guardia de Hierro. Y clarifica su cambio político en una frase: “Del socialismo nacional pasó al neoliberalismo más ortodoxo (…) Más de una vez debió sentarse por negociaciones, en lados opuestos del escritorio con ex compañeros de celda, que ahora representaban a gremios o gobiernos provinciales. Huraño como siempre y con su eterno equipo de mate, resultaba inflexible. Una pared”.