Amó a su querido Rosario Central. Combativo, honesto, resistente, lúcido, referente, solidario, inquebrantable, voluntad de hierro, apasionado, son solo algunas de las cualidades del “Colorado” Héctor Quagliaro. Faltaría a la verdad histórica si dijera que abrevó en las filas del peronismo revolucionario, pero eso es tan cierto, como no dejar de explicar que se rodeó de muchos de esos militantes del peronismo revolucionario para llegar a ser quien fue. En tal sentido, él mismo, guardaba respeto y admiración por la lucha de otros sindicalistas como Alberto Belloni y Mario “El Negro” Aguirre (ver sus respectivos registros) que pelearon a su lado. Quagliaro comenzó su actividad sindical en 1955 luego de la caída de Perón, cuando se sumó a la Resistencia Peronista contra la dictadura de Aramburu y Rojas. Y “a posteriori” a todas las dictaduras que se sucedieron hasta su deceso, siempre desde el ámbito sindical. En 1959 fue elegido Secretario General de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en Rosario. Y en 1963 también fue elegido por el voto de sus compañeros, Secretario General de la Confederación General del Trabajo (CGT) en Rosario, cargo en el que fue reelecto en tres oportunidades. En 1968 fue uno de los que organizó la CGT de los Argentinos (CGT-A) en esa ciudad portuaria y a su frente estaba, cuando un año más tarde se produjo el “Rosariazo”. Cabe acotar que cuando se cumplieron 40 años de esa pueblada rosarina, en un acto frente a la Galería Melipal –donde asesinaron al estudiante Adolfo Bello-, Quagliaro expresó: “Lo más importante es haber actuado en esas circunstancias, revelando y exponiendo con absoluta claridad y certeza los valores éticos y morales que deben adornar la gestión de un dirigente social y político”. Luego del golpe del ’76 fue dejado cesante en su trabajo y expulsado del gremio por un congreso fraudulento monitoreado por los burócratas sindicales aliados a la dictadura militar. En la adversidad, supo generar los espacios de resistencia civil a la dictadura de Videla y sus secuaces; junto a jóvenes militantes sindicales y políticos como Germán Abdala (ver su registro) y Víctor De Gennaro, organizando la agrupación Nacional de ATE (ANUSATE) que en 1984 recuperó la conducción nacional del gremio. En 1985 recobró su puesto de trabajo en la Dirección Nacional de Construcciones Portuarias y Vías Navegables y fue designado Director de la Escuela de Capacitación Sindical de ATE, cargo y tarea que ejerció hasta noviembre de 1987, en que es electo Secretario General de ATE en la provincia de Santa Fe. En 1991 y 1995 es elegido Secretario General de la seccional Rosario de ATE. Y más tarde fue Presidente del Centro Nacional de Jubilados de ATE y de la Federación de Jubilados de la Confederación de Trabajadores Argentinos (CTA). El Concejo Municipal de Rosario, lo nombró “Ciudadano Distinguido” en el 2006 “por su compromiso en la defensa de las libertades democráticas, los derechos del movimiento obrero de nuestra región y su contribución al movimiento popular de nuestro país”. A los 76 años falleció el 25 de enero de 2010. Sus restos fueron inhumados al día siguiente en el cementerio de Ibarlucea. Entre los presentes al último adiós a su figura, repiqueteaban aquellas palabras dichas en vida y que siempre fueron su Norte: “Trato de vivir como hablo, y eso es un ejercicio diario”.