Nacida el 27 de noviembre de 1948, en la localidad de Punta Chica, partido de San Fernando. Médica recibida en la UBA, al momento de su secuestro estaba terminando su residencia como cirujana en el Hospital Municipal de Tigre. Atendía gratuitamente a gente de bajos recursos en una pequeña clínica de Beccar, provincia de Buenos Aires, cercana a la villa de emergencia La Cava. Durante el breve gobierno de “El Tío” Cámpora” formó parte de los equipos político-técnicos de provincia de Buenos Aires, con la idea de implementar planes de asistencia médica en zonas marginales; por entonces la diarrea infantil azotaba a las villas por falta de agua potable. Fue militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP) y montonera en el área de Sanidad, donde era conocida como “María” y/o “La Pety”. Secuestrada-desaparecida el 17 de enero de 1977, en Florida provincia de Buenos Aires, por un grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). También pasó por “El Campito” en la guarnición militar de Campo de Mayo. Casada con otro compañero de organización, estaba embarazada de tres meses al momento de su secuestro. A su bebé lo tuvo en julio del mismo año y luego se lo sacaron y a ella la asesinaron. El padre de la criatura, Abel Pedro Madariaga, natural de Paraná, Entre Ríos y estudiante de Agronomía, partió al exilio sueco y mexicano y regresó en 1983, para emprender personalmente la búsqueda de su vástago. Desde entonces, se integró a Abuelas de Plaza de Mayo y con los años se convirtió en el coordinador de los equipos técnicos y secretario de esta institución de DD.HH. En febrero de 2010 el hijo de Silvia y Abel, Francisco, fue recuperado por su familia verdadera. Hasta entonces había sido apropiado por Víctor Alejandro Gallo, ex oficial de Inteligencia del Ejército en el Batallón 601, un hombre propenso a las agresiones físicas y psicológicas con su esposa (Inés Susana Colombo) y con el propio chico, a quien le habían dado el nombre de Alejandro Ramiro Gallo. En rueda de prensa, el padre verdadero y su hijo, mostraron alegría por el reencuentro. Francisco que recuperó su identidad luego de 32 años, dijo que: “No tener identidad es como ser un fantasma”. Su padre, el hombre que se sumó a la búsqueda de Abuelas, comentó: “Es un tigre, como su madre”. Aprovecho para contar como se conocieron y se amaron Silvia Mónica Quintela y Abel Pedro Madariaga; contado por Márcelo De Angelis: “Para cuando Abel desembarcó en la Columna Norte ya se sentían las consecuencias de la desocupación. Durante su primer plenario de la J.P. en (el barrio de emergencia) La Cava, entre tantos compañeros nuevos de los distintos barrios, dos chicas lograron llamar su atención. Eran dos jovencitas muy bien vestidas, muy coquetas, que desentonaban con el entorno de la villa. Como era habitual la reunión terminó con vino y choripán y Abel aprovechó la oportunidad para hacer contacto. Las chicas eran Silvia Mónica Quintela, a quien sus compañeros llamaban ‘María’ y Beatriz Recchia García, conocida como ‘Tina’. – Uds. dos están muy bien vestidas para venir acá- dijo él, tratando de imponer su jerarquía. Sin dejarse intimidar, Silvia le retrucó de entrada: – Nosotras tenemos mejor minuto que vos (en la jerga tener un minuto era tener una coartada creíble). – Yo soy la encargada del dispensario de la villa y todos saben que soy médica. Ella es mi ayudante, es enfermera. El problema lo tenés vos, ¿Qué hacés acá? En esa época Abel vivía en La Cava pero trabajaba en el Poder Judicial y todas las mañanas tenía que salir de traje y corbata”. Y recuerda Madariaga: “dentro de la organización yo estaba en Logística y teníamos que hacer muchas actividades político-militares. Cuando organizaba un grupo para una tarea específica, tenía que llevar los ‘controles’ de todos los compañeros a una cita de Sanidad. El ‘control’ era un papelito con datos como nombre y apellido verdadero, número de documento, teléfono familiar y grupo sanguíneo. Todos esos papelitos se los dejaba a Silvia, que era la encargada de Sanidad. Normalmente esos encuentros eran en bares y así empezamos a conocernos y a conquistarnos…A fines del ’74 ya éramos novios”.