Rabotnikof, Nora Delia

Había nacido en Buenos Aires, el 16 de julio de 1950. Me llega un sentido escrito del ex rector de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires (UNPBA) y ex preso político de la última dictadura cívico-militar, Ernesto Villanueva, con motivo de la muerte de ella, el 10 de marzo de 2025, a la edad de 74 años, en la ciudad de México, donde residía. Fue su primera esposa con la que tuvo 2 hijos. Nora Delia fue cuadro de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y de Montoneros. Luego del conflicto desatado el 1° de mayo de 1974, Nora fue conducción del sector peronista de la “Lealtad”. Dice Ernesto: “La conocí a sus 12 años. Súper inteligente, ya entonces algo irónica, siempre un poquitín distante, bellísima, de ojos inigualables. La vida nos acercó, y mucho. Conoció y bebió el optimismo de los setenta, los Beatles, las minifaldas, el cigarrillo temprano, demasiado temprano, y así fue. Siempre lectora, y también creadora de libros, de pensamiento profundo y sistemático, abrazó la militancia, supo incorporarse a prácticas lejanas de su familia intelectual. De una sensibilidad especial, era un placer descomunal conversar y discurrir con ella. Aquellos años nos unieron y cuando empezaron los nubarrones, nuestros caminos se separaron. En el medio quedó un niñito que aprendió a caminar en la cárcel y una niñita que en ella nació. Después, el exilio, Perú, México, en fin, la distancia. Siguió atada a sus amigos, a nuevas relaciones, a un crecimiento académico excepcional, a la filosofía de la que nunca se separó, a ser una madre espectacular, al peronismo, al amor por la Argentina. La última vez que la vi, conversamos como siempre, hilvanando ideas, sabiendo de estructuras de razonamiento cercanas pero distintas, aprendiendo de su modo de encarar los problemas. Razón y sentimientos. ¡Qué más es un ser humano? Ayer se fue, se nos fue. La voy a extrañar”. Además, su carrera intelectual, como se dice, fue brillante: “En 1974, obtuvo el grado de profesora en Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y, en 1985, se graduó como maestra en Sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú con la tesis ‘Max Weber: desencanto, política y democracia’, que se publicó en 1989 en la editorial del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). También en la UNAM obtuvo el grado de doctora en Filosofía con la tesis ‘El espacio público: caracterizaciones y expectativas’. Debió exiliarse del país con sus dos hijos, Emiliano y Paula, tras el golpe de Estado de 1976. Desde 1986, integró como académica el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM en el área de filosofía política. Fue responsable del proyecto de investigación ‘Espacio público y comunicación política’, en colaboración con el Instituto de Investigaciones Sociales y participó en los proyectos de investigación colectivos ‘La filosofía política en el siglo XX: historia y teoría’ y ‘Régimen democrático y concepciones de la política’ con Ambrosio Velasco y Corina Yturbe. Abordó de manera crítica teorías sociales y políticas, así como también la realidad latinoamericana, en ‘La tenacidad de la política’ (en colaboración con Ambrosio Velasco y Corina Yturbe) y ‘En busca del pasado perdido’ (con María Inés Mudrovcic). Era miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores de México. En 2005, dio a conocer el recomendable ensayo ‘En busca de un lugar común: el espacio público en la teoría política contemporánea’. En 2022 recibió el Premio Raíces concedido por el Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación (Secretaría desde 2024) a científicos que residían en el exterior por sus contribuciones al fortalecimiento de la ciencia pública nacional. Tradujo obras claves del pensamiento contemporáneo, como ‘El origen de la dialéctica negativa’, de la investigadora estadounidense Susan Buck-Morss que pidió que Rabotnikof también tradujera ‘Dialéctica de la mirada: Walter Benjamin y la dialéctica de los pasajes’”. (Daniel Gigena. “La Nación”. 13-3-2025). Por su parte, la investigadora del CONICET, Cecilia Lesgart nos dice: “Nora tenía una sensibilidad especial con la Argentina y preguntas cruciales sobre las modulaciones que habían adquirido las teorizaciones sobre la democracia. Me legó muchas pasiones: la semántica conceptual, la heterodoxia en el trabajo con la teoría política, la lectura de Reinhart Koselleck y la incomodidad con lo que escribo. La última vez que nos vimos, en enero, resumí en una frase de Mafalda lo que ambas pensábamos del momento político actual: ‘Por favor, paren el mundo que me quiero bajar’. Una frase algo naíf para una realista en política”. Señalo, por último, que Rabotnikof enseñó en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de la República (en Uruguay), Flacso y la UNAM e integraba el comité editorial de la “Revista Internacional de Filosofía Política”.