“Tatú”. “La Vieja”. Fue militante de Juventud Peronista y Montoneros. Aún no se saben muchos datos sobre su vida y sobre su muerte (de hecho, no figura en el listado de los asesinados por la última dictadura cívico-militar en el “Nunca Más” de la CONADEP). Se tiene certeza de que fue a militar a La Plata proveniente del Sur de nuestra patria y encontró la muerte siendo leal a sus principos morales y a su organización, ya que volvío a una casa que estaba “por caer” y en la que había información de la “orga” y de sus compañeros, papeles que no podían caer en manos del enemigo. No puedo precisar fecha exacta, pero lo mataron ahí en el año 1976, no se sabe si logrando su cometido o no. Su coterráneo, amigo y compañero de militancia Walmir Oscar Montoya (ver su registro) entregó sus restos a la familia y poco tiempo más tarde también murió él. Resta decir –ver foto que ilustra esta reseña, la única que se conoce de él- que actualmente en Cañadón Seco, donde se cruzan las avenidas Bizcacheras y Nuestros Mártires, en una rotonda, se exhiben tres gigantografías con las caras añiñadas de Montoya, Rampoldi y Eduardo José Clivio, jóvenes militantes del lugar; los dos primeros asesinados, el último muerto en el exilio colombiano en 2003 por una dolorosa enfermedad. Los tres fueron designados vecinos ilustres y sus rostros se iluminan cada una de todas las noches, por un reflector que arroja un haz de luz permanente sobre ellos.