Nacido en Capital Federal en 1943. Llegó a jugar al rugby en San Martín RC. Apasionado por la ópera y la buena música no por eso dejaba de ser futbolero e hincha de Independiente. La denuncia de su desaparición la hizo su padre, Rodolfo Arturo, coronel médico. Ocurrió el 23 de febrero de 1977. Para entonces tenía 42 años. El compañero Ratti había egresado en 1969 de la Universidad Católica Argentina (UCA), con el título de Doctor en Derecho. Defensor de presos políticos. Abogado laboralista. Trabajó en el diario “Noticias” como asesor legal. Militante peronista. Cuadro montonero. Sabiéndose perseguido, la última carta que le escribió a sus 4 hijos (que tuvo con Silvia Mazeo que supo militar en la JTP y sobrevivió al genocidio), fue el 7/1/77, la encabezó con un esperanzado: “Quiero ser un papá que les enseñe a ser generosos y solidarios”. Años más tarde, un recordatorio sobre su persona, que data de 1994, escrito por familiares y amigos, se abre con estas hermosas palabras: “Dejen la memoria ahí: donde se olvida el olvido, para que el verdugo sepa que, adonde vaya, lo sigo”. También quiero contar que en marzo de 2004 un amigo abogado y poeta, de la que fue su mujer Silvia, llamado Alejandro Caubet, le escribió a ésta: “Hoy estuve en un acto desorganizado por un grupo de abogados cuarentones, que resisten desde la corbata y la profesión bastardeada por el sistema y sus secuaces. Hoy estuve en la plaza de Tribunales. Me acerqué a acariciar la piedra madre, resbalé mis manos con rabia sobre los muchos nombres, las muchas madres, los muchos hijos, las muchas abuelas, los muchos compañeras y compañeros. Estuve resbalando nombres con rabia, con los dedos, con los labios, con la memoria, con la imagen de ellos, los nuestros. Hoy estuve con la luz. Perdón. Solo quería decir que en el momento que nombraron al Dr. Ratti, en esa plaza, grité algo enorme, transparente, transgresor, infinito, esperanzador. Si, hoy grité: ¡Compañero Rodolfo Miguel Ernesto Ratti. Presente!”.