Roberto
Baschetti

Raverta, María Inés

Nacida el 7 de abril de 1956. Militante de Juventud Peronista de La Plata. Luego ingresa a Montoneros donde es conocida como “Juliana”, “La Flaca Inés” y también como “Mecha”. Fue la compañera de Mario Montoto, secretario de Mario Eduardo Firmenich. Con el grado de Teniente en esa organización guerrillera peronista, fue secuestrada-desaparecida en Lima, Perú, el 14 de junio de 1980 a la edad de 24 años; allí se manejaba con un documento trucho a nombre de Julia Inés Santos de Acebal. Era la responsable de la logística en ese país hermano a los efectos de acelarar la contraofensiva partidaria. El secuestro contó con la intervención de militares peruanos y otros argentinos, de incógnito en la capital peruana. Raverta soportó cuatro horas de salvajes torturas ininterrumpidas sin largar un solo dato para que sus compañeros pudieran levantar la casa e irse. (Aldo Morán, militante montonero que debía encontrarse clandestinamente con María Inés dijo tiempo más tarde que “ella me salvó la vida por no contar de esa cita”). Para más datos ver registro de Noemí Esther Giannetti. Su hija, María Fernanda Raverta, Licenciada en Trabajo Social, es presidenta de la Agrupación “Hijos” en Mar del Plata conformada en 1995. Y actualmente (2019), diputada nacional, por Unidad Ciudadana, representando a la provincia de Buenos Aires. Ella me privilegia con su amistad. Y es ella quien me envía un correo electrónico el 20 de agosto de 2019: “Hoy mi mamá, María Inés Raverta, hubiese cumplido 58 años. Tal vez muchos no sepan pero cuando yo tenía 4 años y ella 24, fue secuestrada en Lima, Perú, en el contexto de la última dictadura cívico militar de nuestro país. A lo largo de los años, he podido ir reconstruyendo sus días, los de su infancia, los de su adolescencia, y los de su breve juventud. Les puedo asegurar que cada uno de esos días están cargados de una profunda alegría: en su “escuela de monjas”- Nuestra Señora de la Misericordia de La Plata-, con sus primos jugando a las cartas, en la pileta del Abasto, jugando al vóley en el equipo del Lobo (GELP), hasta he podido imaginármela caminando por las diagonales arboladas de la ciudad donde hoy trabajo… También he podido reconstruir su activismo militante en la República de los Niños rodeada de niños… Y tanto más de su lugar en la organización en la que decidió ponerlo todo… Pero quiero que sepan que también he podido reconstruir sus últimos días, cargados de crueldad. No creo que pueda una persona imaginar siquiera o intentar poner en palabras lo que tuvo que soportar. Sin embargo…, en estos años de mi vida siempre pensé en que en algún momento llegaría la justicia, siempre aspiré esperanzada a que apareciera quien tuviera la valentía de tomar la decisión correcta de modificar las leyes, para hacer efectiva la condena que la justicia pudiera ordenar. Nunca imaginé toparme con aquellos de quien sé muy bien sus nombres, y tomar individualmente la decisión de cobrarme con sus vidas mi dolor, o la ausencia de mi mamá. Jamás soñé con esa oportunidad, nunca. Hoy existe una causa abierta que investiga la desaparición y asesinato de 98 personas, entre las que está mi mamá. Hoy existe un grupo de familiares y seres queridos de esos compañeros que se organizan para acercar pruebas, prestar testimonios ante la justicia, recuperar datos, pero sobre todo se juntan para abrazarse, contenerse y por qué no, recordar con alegría a los suyos. Ante tanto oportunismo mediático y violencia verbal e intencional para generar más violencia y que todos nos convirtamos en portadores de crueldad, yo les cuento mi historia, que no es más que la de una hija que recuerda a su madre, que pide a la justicia y que enseña a sus hijas sobre el amor, la convivencia entre iguales y la lucha por una patria de hombres y mujeres nuev@s”.