“Ringo”. “Gato Handley”. Alto, bronceado y pintón. Cantaba canciones de la Nueva Ola del tipo “Un día de Paseo en Santa Fe, no le hace mal a nadie, ya lo se…”. Su plato preferido eran los ravioles y en los postres el ananá. Nacido en Capital Federal el 29 de abril de 1952. Tuvo tres hermanos. La primaria la hizo en la Escuela Santiago Derqui del barrio porteño de Barracas. La secundaria en el Colegio San Jorge de la localidad de Turdera. Fue rugbier en el Club Pucará y en su colegio con anterioridad. Su último lugar de trabajo fue en Teatro Municipal General San Martín. Fue secuestrado-desaparecido el 23 de mayo de 1978, en el domicilio de sus padres, en la calle San Benito 973, Turdera, partido de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, a la edad de 26 años. Los motivos de su secuestro son los siguientes, según cuenta el periodista Ricardo Ragendorfer: “A principios de la década del ’70, la Universidad del Salvador supo ser una suerte de refugio para estudiantes que, por su militancia, no tenían cabida en la UBA en virtud de la intervención dispuesta por la dictadura del general Lanusse. Tanto es así que, ya en el período previo a la ‘primavera camporista’, se desarrollaba en sus aulas un profuso activismo, a través de diversas agrupaciones que se disputaban el control de los Centros de Estudiantes de las distintas facultades. En la de Ciencias Jurídicas, la Juventud Universitaria Peronista (JUP) –bajo el sello de Bases Peronistas del Salvador (BAPS) y la Juventud Radical (JR) –bajo el sello de la Juventud Universitaria Radical del Salvador (JURS)–, se alternaban en la conducción política del alumnado. Los comicios de 1972 habían favorecido a la agrupación peronista y las elecciones de 1974 fueron para los radicales, hasta 1975, cuando la JUP, en alianza con otros grupos, volvió a ganarle a la JR. En aquella ocasión, Riobó –al que sus compañeros llamaban ‘Manolito’– resultó ser electo como delegado ante el Consejo Superior de la Universidad. Por su parte, en la lista derrotada resaltaba la figura de un entusiasta dirigente, cuyo apodo era ‘Pecos’. A los 23 años, este presumía ser un sólido cuadro político; era amplio y razonable en sus criterios, ejercía un gran liderazgo entre sus correligionarios y solía confraternizar con militantes de otras corrientes, entre los que estaba Riobó, con quien cultivó una amistad”. Como afirmé antes, éste último fue secuestrado durante la madrugada del 23 de mayo de 1978 en la casa de sus padres antes citada, por una patota que se identificó como personal policial. “El militante de la JUP fue llevado descalzo y con una capucha en la cabeza. Los represores se robaron muebles, electrodomésticos y ropa. Incluso, la de ‘Chaco’; tal era el apodo del mejor amigo de la víctima, quien solía pernoctar allí. ‘Chaco’ y Ricardo se conocían de niños. Ambos habían cursado los estudios secundarios en el colegio San Jorge, de Turdera. En la adolescencia habían sido inseparables y, en el hogar de los Riobó, ese muchacho era como de la familia. Y dos días antes del secuestro de Ricardo, él había dormido en la casa de su amigo. Desde entonces, nadie en el barrio supo más de él. El tal ‘Chaco’ no era otro que Juan Manuel Bernasconi. Y ‘Pecos’ era Carlos Enrique Bernadou”, concluyó su relato Ragendorfer. Los nombres y apellidos de ambos, junto a los números de sus documentos y la categoría bajo la cual prestaban servicios en el Batallón 601 de Inteligencia, salieron a la luz a principios de 2009, luego de que el Archivo Nacional de la Memoria desclasificara la lista completa de todos los agentes civiles que prestaron servicios en dicho organismo entre 1976 y 1983. En noviembre de 2013 los dos fueron detenidos por este hecho. Bernasconi resultó, además, ser el padre de un ex candidato a edil por el massismo en Quilmes. Bernadou por su parte, ocupó el 2010 la vicepresidencia del Comité Capital del Radicalismo y al momento de su detención ejercía un alto cargo en la Secretaría de Planificación del Consejo de la Magistratura porteña. Luis Hipólito Alén, amigo de Ricardo, le escribió un emotivo poema que lleva por título: “Para Ricardo Emilio Riobó, a 40 años de su desaparición forzada”.