Nació el 5 de diciembre de 1954 en el seno de una familia judía. Su padre Ernst poseía la ciudadanía alemana. Él, dos: la argentina y la alemana. Pasó por el colegio “Adolfo Alsina” de Vicente López entre los 6 y los 12 años. Luego por el colegio nacional “Julio Argentino Roca” (Allí en 2015 se hizo un homenaje a él y demás exalumnos secuestrados-desaparecidos). Era un excelente fotógrafo. Militante peronista, se desempeñaba en el sector Prensa de Montoneros, en la Columna Norte. Secuestrado-desaparecido a la edad de 21 años, en Capital Federal, en la vía pública, un 1º de noviembre de 1976, en tanto cumplía con el servicio militar obligatorio en la Marina, en el Edificio Libertad. Los muy cretinos dijeron que había desertado. Estaba estudiando Derecho. Su amigo Ricardo Hirschfeldt, desde Hamburgo, Alemania, nos recuerda que: “Hoy puedo hablar de vos, de quien eras y como eras, tu pasión por un mundo mejor. Compartías momentos con Gerardo y Nora en el Hospital de Niños, haciendo que aquellos pibes pobres pudieran sentirse felices con una mano amiga a su lado. ¡No te equivocaste, hiciste lo que había que hacer! Tu otra pasión era la fotografía y el cine, pocas veces vi a alguien tan concentrado en un trabajo, porque tu entusiasmo no era la fotografía a secas, sino que buscabas otra cosa, algo que hablara por sí mismo, una imagen, una escena o un hecho que te hubiera impresionado. Eras y sos uno de los tipos más sensibles que he conocido en mi vida. Recuerdo cuando fuimos al cine, ese que quedaba por la avenida Corrientes, en un ciclo de cine ruso, a ver ‘El Acorazado Potemkin”, y todo el desarrollo del guión nos maravilló a ambos. Y Kurosawa y Bergman estaban entre tus favoritos. Sabías huir de lo banal e intrascendente. Tu otra pasión, fue la literatura; te comías los libros, Dostoiewski era tu favorito, aunque también un escritor que seguías mucho era Kafka, veías en él la terrible burocracia, los tormentos, la imposibilidad de algunas cosas…Recuerdo que cuando te secuestraron estábas leyendo ‘El Castillo’, lo que dejó me produjo una gran impresión y tristeza. Quiero dejar claro aquí, quizás torpemente ya que no soy alguien que sepa escribir, que eras un ser muy especial, que eras un joven decidido, que eras un artista, aunque quizás nunca lo supiste o no te lo plantearas serlo, que tenías la mirada limpia, que te daban asco las formalidades sociales (…) que sepan todos que eras una buena persona y que nos quitaron el placer de tener a nuestro lado a alguien tan profundo y curioso como vos. Por supuesto, que quede bien claro, no curioso de entrometido, sino hablo de aquel que tiene el deseo de ser mejor cada día, ¡contigo nos sacaron lo mejor y al mejor!”. Cuenta también Hirschfeldt que un día antes de que lo secuestraran, Guillermo le pidió pasar la noche en su casa, él le dijo que sí y luego al otro día “me llamó su hermano desesperado porque no había vuelto a su casa. Siempre me quedé con la angustia de no haberlo podido salvar”. Otro testimonio está dado por Mauricio Minolfi, radicado en Brasil: “Mi querido compañero de colegio Guillermo Daniel Ritter Rosenfeld desapareció porque, con apenas 21 años, creía en el futuro; creía en un mundo justo, solidario y fraternal, algo que cualquier ser civilizado posee en lo más hondo de sus principios, pero que molestaba y asustaba a los mandatarios de turno”.