Rodríguez, Rubén Martín

“Negro Rubén”. “Diego”. De familia muy humilde (padre mozo de restaurante; madre ama de casa) terminó su primaria, dejando el secundario incompleto. Tenía la doble nacionalidad argentina y paraguaya. Vivía en Federico Lacroze entre Freire y Conde, justo frente al mercado de Colegiales que era su segundo hogar ya que era el protegido de todos los puesteros. Allí hacia changas, entregaba algún pedido, cuidaba el local o la caja cuando alguno de los puesteros no estaba. ¿A quién dejaba un puestero en ausencia para que le cuide el puesto con mercaderías y dinero? Al “Negro Rubén”. En el mercado no era empleado de nadie, pero el tipo de confianza de todos. Inclusive en ese lugar alojó y dio de comer a compañeros perseguidos por la dictadura. Militó en la Unidad Básica “Beto Simona” de Colegiales. Un compañero de militancia y vecino asegura que “la política me regaló la posibilidad de tener contacto con un ser humano extraordinario, un compañero con letras mayúsculas, un militante con una claridad envidiable y, por sobre todo esto, un ser humano que desde su ausencia da testimonio del estado de nuestra sociedad en este momento. ¿Podríamos estar mejor? Difícil. Nos faltan los mejores”. Se supo luego que había leído a Mao y a Perón a escondidas y robándole tiempo al tiempo, para lograr así una verdadera síntesis entre su experiencia de vida, la historia de nuestro país y la teoría. Sus compañeros lo cargaban lindo, porque en tanto ellos tomaban cerveza fría, él hacía un culto de la naranja natural. Siempre sonriente, siempre constante, puntual, responsable, siempre de buen humor, inclusive con ese tiempismo aprendido en las artes marciales ya que practicaba tae-kwon-do. Cuando se puso la cosa complicada y la Triple A comenzó a hacer de las suyas allanando el camino para el golpe militar, le dijeron que se abra que así “iba al muere”. “Ya sé” contestó, “pero no voy a dejar a los chicos solos”. Y los chicos –recuerda su amigo antes citado- eran los compañeros del barrio que hoy también están desaparecidos, y él no los dejó. Secuestrado-desaparecido el 23 de marzo de 1977 a la edad de 23 años en su propio barrio de Colegiales. Lo cargaron en una camioneta del ejército, herido en una pierna, porque se resistió a las intenciones de sus verdugos. Sus deseos, su vocación política de una sociedad más igualitaria, una patria justa, libre y soberana, están ahí esperando ser cumplidos.