Roberto
Baschetti

Romero, Mario Osvaldo

“Gordo Oscar”. Nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, el 13 de diciembre de 1946. En esa ciudad fue al Jardín de Infantes Nº 1 y a la Escuela Nº 8. Fue un chico muy tranquilo, dócil, educado, buen compañero y de muy buen humor siempre, dicen los que los conocieron para ese entonces. Amante del fútbol jugó en el Club Atlético Jorge Newbery de su ciudad natal. Parte de la secundaria la hizo en la escuela Nicolás Avellaneda –hasta segundo año-, siendo un buen alumno de asistencia perfecta. En el año 1961 su familia se trasladó a Santos Lugares, provincia de Buenos Aires por razones de trabajo, ya que su padre trabajaba en el ferrocarril, razón por la cual Mario Osvaldo concluyó su secundaria en esa localidad; los pagos de Ernesto Sábato. Empezó estudios universitarios en Ciencias Económicas, pero los dejó debido a su actividad gremial. El 10 de agosto de 1978 a las tres de la tarde, un grupo de tareas, secuestra en una cita en un bar de Balvanera a Mario Osvaldo Romero, el “Gordo Oscar”, montonero, integrante del departamento sindical de la secretaría política Capital. El mismo muchacho que era activista y delegado gremial entre 1973 y 1975 en Gas del Estado, integrando la Lista Naranja de Juventud Trabajadora Peronista (JTP). La misma persona que en abril de 1977 fuga por los techos (con otro compañero, Hugo García), cubriendo su retirada con disparos, cuando fuerzas represivas procedían a allanar una finca ubicada en las calles Miranda y Lópe de Vega de ésta Capital. Estoy hablando del mismo cuadro montonero que promovido a Aspirante en junio de 1977 vuelve a escapársele a las “fuerzas legales” al concurrir a una cita “envenenada”. Siguió militando pese a todo, por una patria más justa, libre, soberana, socialista. Por eso mismo ahora cae. Tenía 31 años, estaba soltero y combatió a la dictadura cívico-militar hasta su último aliento en esta tierra. Fue visto en el CCD “El Banco” antes de su asesinato y aparentemente también en el Hospital Militar. El día que lo secuestran, así mismo se llevan a su compañera María Delicia Gonzalo Santos de nacionalidad española. Desde Madrid, con fecha 16 de marzo de 2010, ella dice: “Nos conocimos creo recordar en el ’73, por aquellos años yo trabajaba en el Sindicato y Mario en la Federación de Gas del Estado como delegado sindical. Era una persona valiente y leal hasta la muerte, muy reservado y con una capacidad de escucha inmensa, un maestro, por eso a todos nos gustaba conversar con él y compartir nuestros problemas, nuestras inquietudes, miedos, secretos… y su ternura. Tenía una inmensa sensibilidad que no la expresaba con palabras sino con su manera de relacionarse, siempre dispuesto a dar y compartir. A medida que la represión fue siendo cada vez más fuerte y cruel y más compañeros perdían su trabajo, casa, familia, amigos: él les ayudó con lo que tenía, hasta perderlo todo (…) Mario se escapó dos veces de las garras de los asesinos, una, corriendo a toda velocidad por la calle Corrientes, mientras los represores lo seguían a tiros. Eso sucedió a principios de 1978, por eso cuando lo secuestraron el 10 de agosto de ese año al entrar a un bar de la zona céntrica de Buenos Aires, golpearon su cabeza con brutalidad y violencia extremas: no podía escaparse otra vez. Luego de muchas horas nos reencontramos en ‘El Banco’. Ese mismo día también me secuestraron a mí. Recuerdo el indescriptible dolor y sufrimiento de su mirada y de todo su cuerpo torturado salvajemente. Recuerdo también su gesto de consuelo y paz cuando sentía que llegaba su final. Me dijeron que le llevaban al hospital. Se despidió de mí con una sonrisa sabiendo que dejaba un infierno”.