La francesita Marianne Erize (ver su registro) es secuestrada por una patota militar en San Juan. Su bicicleta queda presumiblemente abandonada en la bicicletería y los compañeros deciden recuperarla. Este es el relato de Eloy Camus (nieto) al respecto: “Alguien tomó entonces una decisión suicida: ir a buscar la bicicleta de Marianne. ¿Qué llevaba en la bicicleta? No se sabe y tal vez nunca lo sabremos, pero debía ser de una importancia extrema para que se tomara tan temeraria decisión de ir a buscarla. Daniel ingresa, lo atiende Don Domingo Palacios, a quien le dice que viene a buscar la bicicleta de su novia y que se la quiere llevar. Palacios le advierte que en la escalinata de entrada al Colegio de Tránsito hay un hombre rubio esperando desde muy temprano antes aún de abrir el negocio, que seguro está vigilando. Le advierte que se lleve cualquier cosa y que se vaya. También le cuenta que ya han venido policías preguntando si alguien había acudido a retirar la bicicleta. Daniel desatinadamente no acepta la sugerencia de Palacios, insiste en que quiere la bicicleta y Palacios se la da. Atraviesa la puerta. El hombre rubio que estaba sentado se para, extrae un arma de entre sus ropas y le grita a Daniel que se detenga. Éste se sube a la bicicleta y huye por la calle General Acha hacia el norte. Una camioneta rastrojero azul que estaba estacionada a unos 50 metros por la calle Abraham Tapia hacia el este, manejada por un civil de apellido Meritello con varias personas a bordo lo persigue y otros autos también se agregan a la persecución (…) A los 30 metros aproximadamente de la calle General Acha, Meritello lo embiste por atrás. Es tan fuerte el golpe propinado en la rueda trasera de la bicicleta que Daniel Russo se desploma estrepitosamente en el pavimento quedando tendido al lado de la vereda, donde un sicario de apellido Luna se baja y le dispara por la espalda. Lo registran y le sacan la billetera. Daniel no tenía ningún arma (más tarde le ‘plantan’ una para hacer el informe). Desangrándose lo tiran en la caja de la camioneta rastrojero y lo trasladan hasta la calle Abraham Tapia justo a mitad de cuadra entre Tucumán y General Acha. El dolor debía ser insoportable, el implacable sol sanjuanino cae de lleno en su cuerpo herido, la sangre no deja de salir. Una valiente mujer lo ve, siente sus quejidos desde el primer piso de su casa, es la esposa de Domingo Palacios. Los minutos pasan y se transforman en horas, el joven de 22 años sigue herido en la caja de la camioneta sin ninguna atención, sólo los ‘buitres’ de sus captores contemplan la escena con gran morbosidad y perversión. La mujer baja de su casa con un vaso de agua para el joven, no soporta ver el dolor de Daniel sin hacer nada. Llega hasta al lado de la camioneta, estira el brazo para darle el vaso de agua al herido, y los cobardes ‘buitres’ se lo tiran, la golpean y la empujan con sus armas largas obligándola a entrar a su casa (…) Daniel es llevado después de horas de suplicio al Hospital Rawson y a pesar del estado en que se encontraba es sometido a brutales interrogatorios y torturas por parte de los perversos integrantes del grupo de tareas del Área 332, pero él solo los insulta, como le cuenta un soldado de Albardón al tío de Daniel, Pedro Sánchez”.