Roberto
Baschetti

Sáenz, Dalmiro

Nació en Buenos Aires en 1926. Murió en la ciudad de Buenos Aires, a la edad de 90 años, el 11 de septiembre de 2016. Sus restos fueron velados en la Legislatura porteña y luego enterrados en el cementerio de la Chacarita. Escritor, fue hijo de un contralmirante de la Marina de Guerra argentina. Gustaba de practicar el boxeo y se ganó la vida como marino en alta mar. Seguramente ese trato casi diario con la soledad oceánica lo llevó a la lectura. Su primer libro –año 1956- fue “Setenta veces siete” que vendió más de 100 mil ejemplares y fue llevado al cine por Torre Nilson. Un éxito total. Su vida fácil por procedencia de cuna y por el dinero de la venta de sus libros, lo llevo a tener como un despacho informal en el pituco bar “La Biela” en el corazón de La Recoleta. Allí bebía, recibía amigos y escribía. Sus otros dos libros –de títulos muy ocurrentes- siguieron al éxito inicial, y fueron también sinónimo de reconocimiento y prestigio. “Yo también fui un espermatozoide” y “Carta abierta a mi futura ex mujer”. Pero el país se fue politizando en extremo y la grieta peronismo-antiperonismo se tensó en su máximo exponente. Él optó por estar del lado del pueblo contra el gorilaje. “Yo era totalmente antiperonista mientras Evita vivía. Y me hice totalmente peronista después de su muerte. No estaba preparado para Evita, yo. Como no hubiésemos estado preparados para entender a los caudillos, por ejemplo. Éramos hijos del despotismo ilustrado. Creíamos en la inteligencia, no en la sabiduría. Creíamos en la erudición, no en la cultura. No sabíamos que la cultura era la memoria de los pueblos. Y que toda cultura que no es popular no es cultura. Éramos unos idiotas, ¿no?”. Militó en el peronismo revolucionario allá por los ’60 cuando se sumó a las huestes de Acción Revolucionaria Peronista (ARP) que lideraba el Gordo Cooke. Y de Perón, dijo, “me atrajo el amor a sus ideas, el amor a su país, el amor a su pueblo. Realmente un tipo con una capacidad de amar extraordinaria. Así fue como empecé a leer despacito todos sus libros y al final salí peronista. Por eso me considero uno de los pocos peronistas que entró al Movimiento por el cerebro y no por el corazón, por el pensamiento y no por la piel”. Más adelante, el país se conmocionó en mayo de 1970 con el secuestro y la ejecución por parte de Montoneros del general Pedro Eugenio Aramburu. Dalmiro dijo públicamente sobre este hecho: “Se mató a uno de los símbolos más leales, al enemigo más limpio del país. Era un enemigo de una honestidad y de una forma de vida que toda una Argentina compartía. Pero esa honestidad y esa limpieza era la cosa más criminal que existía. La señora que pasa la vida en los té-canasta es honesta porque no hace trampa en su juego y es limpia porque se porta bien, pero es tan criminal como un piloto que mata al pueblo de Vietnam. Con el secuestro de Aramburu se hizo el primer acto de justicia revolucionaria. Si se hubiera buscado otra persona hubiese sido un acto de venganza, pero no de justicia. Me dolió la cosa, pero yo lo hubiera ajusticiado (…) carecer de mentalidad combatiente en estos momentos es aceptar el coloniaje del miedo, la inercia de los prejuicios, la cómoda complicidad del conformismo. Es aceptar que el enemigo sea el exclusivo poseedor de las armas con que sustenta sus poderes, como si luchar, vivir o morir por una idea, fuese un privilegio exclusivo de mercenarios y no un derecho natural del hombre, un deber de cada hombre hacia los demás hombres, una deuda del hombre para consigo mismo” (Diario La Opinión. 9-6-71). Y fiel y honesto a sus propias palabras, Sáenz se sumó a la organización Montoneros tomando parte –nunca se supo- de la toma del cuartel de Prefectura ubicado en el puerto de Zárate, provincia de Buenos Aires. En esa acción su rol en el operativo consistía en conducir una carroza fúnebre desde esa localidad al Gran Buenos Aires. Lo que le valió en la “orga”, por un tiempo, el sobrenombre de “El Funebrero”. El vehículo en cuestión tenía un compartimento secreto, bajo el piso, donde se transportaron con éxito los fusiles expropiados en la dependencia naval. Con la llegada de la dictadura cívico-militar el 24 de marzo de 1976 fue secuestrado y llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) pero lo largaron con vida. Partió al exilio uruguayo. Volvió con el regreso de la democracia en el ’83 y escribió libros novelados sobre Alfonsín, Cafiero y Jesús (“Cristo de pie”); el Jesús de los pobres que se le planta a los poderosos. También uno sobre la tercera mujer de Perón: “Isabel. La Razón de su Vida” explicando el porqué: “Lo escribí porque a mí la estupidez siempre me atrajo… Y cuando la estupidez se une al poder, me atrae más todavía”. Siempre fue provocador e irreverente. En 1988 en un programa de televisión del “Ruso” Gerardo Sofovich (“La Noche del Sábado”), en tanto estaba hablando de una pintura que tenía como personaje a la Virgen se le ocurrió decir que ésta “tenía un culo precioso y que iba a ser difícil que se mantuviera virgen por mucho tiempo…con ese culo”. Se armó un revuelo de aquellos.