“Negro”. “Turco”. Nació en Tucumán en febrero de 1947. Ya en su adolescencia se destacaba por el interés político y social que despertaba su pueblo, ese mismo pueblo que en 1966 acababa de soportar un golpe asestado por la dictadura de Juan Carlos Onganía, con el cierre de 11 ingenios azucareros tucumanos, y que provocara la gran destrucción económica industrial, generadora del éxodo de 200.000 compatriotas, a las villas de emergencia del Gran Buenos Aires. En ese momento Ismael integraba la Juventud Peronista de la IIIª Zona y alimentado por las lecturas del revisionismo histórico, fue parte de una generación que va forjando una conciencia profundamente peronista y revolucionaria. Luego llega a la universidad como estudiante en la Facultad de Derecho, es ahí donde se suma al Integralismo y milita en el ambiente estudiantil, participando activamente en los dos tucumanazos de 1969 y 1970. Para todos sus compañeros, será un referente en la campaña del “Luche y Vuelve” y ya en 1972 pasa a integrar la Mesa Nacional de Conducción de la Juventud Peronista. Como máximo exponente de la Regional V de J.P. (Salta, Tucumán, Jujuy), integra la comitiva que trae al General Perón de vuelta a la Patria, luego de 17 años de injusto exilio. Destruido el sueño peronista de un excelente tercer gobierno y luego de la muerte del líder (1974), Ismael profundiza aún más su compromiso político; y será entonces un cuadro montonero, oficial segundo de ese ejército popular que se fue forjando a la luz de las luchas populares. Cayó combatiendo junto a otros cuatro compañeros (Alberto José Molinas Benuzzi, José Carlos Coronel, Ignacio José Bertrán y Victoria Walsh) en el llamado combate de Villa Luro sobre la calle Corro, el 29 de septiembre de 1976. Ellos cinco, enfrentaron a 150 uniformados armados hasta los dientes. No se entregaron con vida. Días después, en el frente de la casa, aún humeante por lo sucedido, un grupo de milicianos escribió: “Aquí murieron cinco héroes montoneros”. Al momento de su deceso era responsable nacional de las relaciones montoneras con las Juventudes Políticas Argentinas. Precisamente ese cargo lo llevó a discutir y confraternizar a la vez con otro “turco” al que apreciaba mucho, (Alberto Nadra), éste de la Federación Juvenil Comunista (FJC-La Fede) quien le ofreció sacarlo a Cuba ya que su situación y su seguridad se volvían insostenibles. Agradeció el gesto, dijo que no podía y se quedó peleando en la Argentina hasta su muerte.