Roberto
Baschetti

Salerno, Mario Enrique

Nacido el 22 de febrero de 1952 en Tandil, provincia de Buenos Aires donde se recibió de bachiller. Estudiante de 3º año de Arquitectura en la Universidad Nacional de La Plata. Proveniente de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN). Militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros. Operó también en el ámbito barrial. Trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas platense. Estuvo de novio con María Liliana Curra (ver su registro). Secuestrado-desaparecido el 5 de octubre de 1976 en la misma ciudad platense. Visto posteriormente entre otros, en los campos clandestinos de detención de Arana (La Plata) y La Perla (Córdoba). Era un tipo que no pasaba desapercibido y que era famoso en la universidad; de ahí le vino su sobrenombre de “Dueño” (puesto cariñosamente por sus compañeros) porque dicen que llegaba a la facultad y empezaba a mirar para todos lados y a controlar todo lo que pasaba en su ámbito, como si fuera un patroncito de estancia que llega de visita al campo o un dueño que pasa revista en su fábrica. Portaba una sonrisa única que allanaba cualquier inconveniente o malentendido. Un hermoso recordatorio en “Página 12” a principios del 2000 escrito por su madre, hermanos y amigos dice: “Podrán haberte secuestrado, torturado y asesinado. Podrán haber ocultado tu cuerpo en fosas comunes o en el fondo de algún río. Podrán haberte condenado a la muerte y a tu familia al destino de no saber siquiera el lugar donde están tus restos. Podrán aún haber condenado a tu madre a pagar las costas del juicio que inició por tu secuestro, luego de que tus asesinos fueron declarados ‘obedientes debidos’ e indultados. Pero no podrán jamás borrar de la memoria de muchos, aún de muchos que no te conocieron, la calidez de tu sonrisa y tu generosidad, la transparente dignidad de una vida que encarnó el amor a los demás. Tampoco lograrán borrar la creciente convicción de que justamente en esos tiempos en que te secuestraron como a tantos otros, incluyendo también a tantos niños, se perdió por mucho tiempo la dignidad de esta sociedad, se consagró la impunidad del crimen, la inmundicia y la mentira más abyecta, y así se convalidó la corrupción más deleznable, aunque esto parece que ahora les preocupa a algunos que entonces aplaudieron a tus asesinos”.