Roberto
Baschetti

Sánchez, Miguel Ángel II

Idelfonsa, su madre paraguaya, lo vio nacer un 26 de agosto de 1953 y le puso esos nombres porque era muy devota de San Miguel. Ella cuenta: “Estando embarazada de Miguel me enteré que la Fundación Eva Perón enviaba un ajuar para todos los niños que nacían en Argentina”; sin muchas esperanzas de recibir contestación, redactó una carta de puño y letra y la envió por correo. A la semana tuvo el ajuar para el bebé consigo. Sigue diciendo: “Todos en mi casa éramos peronistas. Después de 54 años aún guardo con celo la reliquia que para mi significa la mantita que Evita me mandara y que cubrió el cuerpito de mi hijo; la guardo como recuerdo y tributo de uno de los tiempos más felices que viviera el pueblo argentino”. No existen datos sobre Miguel Ángel Sánchez, en el libro “Nunca Más” de la CONADEP. Ni siquiera está registrado como secuestrado-desaparecido ó ejecutado. Sin embargo, Laura Graciela Rodríguez Silvero en su monografía de grado “Historia del Partido Auténtico en Misiones” (Posadas, 1996. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Departamento de Historia) hace mención de este jovencito, al ser exhumado del olvido por dos de sus ex compañeros. Uno de ellos –montonero- afirma: “De este Barrio, Tiro Federal, salieron muchos militantes siendo uno de los principales compañeros fundador de la JP y de la UES; referente muy querido por todos nosotros que fue asesinado y se llamaba Miguel Sánchez. Él fue de alguna forma uno de los compañeros que impulsó, nucleó y trabajó intensamente en el proyecto al cual adheríamos todos…”. El otro testimonio es tan duro como emocionante y corresponde a un militante del Partido Auténtico: “Estuvo primero en Candelaria, después lo llevaron a Resistencia y lo sacaron (entre septiembre y noviembre del ’76) en un Ford Taunus blanco, con techo vinílico negro, lo pusieron en el baúl y lo trajeron hasta acá y acá lo matan en la tortura; se les fue en la tortura, ya que se muere de un ataque cardíaco. Era de la JP y después de la UES. Lo que más pude rescatar de él fue su fidelidad a los compañeros, porque él murió sí, pero no dijo ni una sola palabra, no vendió a nadie y eso es lo más grande que podemos rescatar de Miguel Ángel. No recuerdo bien su edad, pero creo que tenía entre 16 y 17 años”. La foto que ilustra este registro está sacada del tomo I de la trilogía “Misiones. Historias con nombres propios” compilada por Amelia Rosa Báez, subsecretaria de DD.HH. en la provincia de la tierra colorada y también ex militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) a mediados de los ’70. Y desde allí, suma datos Héctor Alfredo “Pelo” Escobar: “Siete horas antes del secuestro de Miguel, salíamos del colegio Nocturno Manuel Belgrano, a medianoche. Nosotros dos y Esteban Lozina (Un muchachito de JP. Luego preso político con 19 años). Sería la última vez que vería a mi amigo, a mi compañero, Miguel Ángel Sánchez. Oportunamente con él, a principios de los ’70 asumimos el ‘Luche y Vuelve’ peronista (…) A Miguel y a mí, como a tantos compañeros de cuna peronista, no nos fue muy difícil comprender el valor que surgía del compromiso militante”. Sánchez, al que le quedó de sobrenombre el “Gato” porque una jovencita que lo fue a buscar a su casa le regaló una bufanda, ‘porque era tan lindo como un gatito…’; era fana de Boca y gustaba de los Beatles y las canciones de Paul Mc Cartney. Trabajaba para el Estado en IPICA y por eso iba a la escuela nocturna. Y haciendo el servicio militar obligatorio (Regimiento de Infantería de Monte 30 en Apóstoles, Misiones) por su buena conducta y contracción a la formación militar, obtuvo el título de mejor Dragoneante, pero durante el allanamiento que antecedió a su secuestro, el 7 agosto de 1976, los del grupo de tareas se llevaron también la distinción escrita con ellos para siempre. Luego, el 5 de noviembre de aquel aciago año los genocidas entregaron el cuerpo de Miguel “a cajón cerrado” a sus familiares, prohibiendo que lo abrieran. Había sido cruelmente torturado y asesinado. “Pelo” Escobar nuevamente interviene: “Los asesinos no sabían y no saben, que el corazón de mi amigo y compañero Miguel, se refugió en mi corazón, en su familia y en todos los compañeros. ¡Para siempre!”.