Roberto
Baschetti

Santillán, Atilio Rosa

Resistente Peronista. Nació en 1935 en el Ingenio Bella Vista, provincia de Tucumán siendo hijo de un trabajador azucarero. Hizo 5 años de escuela industrial. Se lo recuerda entre los trabajadores tucumanos, por su amplia cultura general y como uno de los oradores más destacados de los dirigentes del surco. Su actividad sindical se inició en 1957 en el Ingenio Bella Vista, donde trabajaba como fresador mecánico. En 1961 fue elegido delegado gremial y tres años más tarde, con 23 años, fue el más joven secretario general de la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA); una organización gremial que llegó a sindicalizar a 70.000 obreros ligados a la caña de azúcar y mantuvo una política muy combativa no sólo durante las dictaduras militares de Aramburu (Resistencia Peronista), Onganía (CGT de los Argentinos) –que ordenó el cierre de 11 ingenios azucareros- y Lanusse (“Luche y Vuelve”) sino incluso durante el gobierno peronista de 1973-1976 una vez fallecido Juan Domingo Perón, cuando asumió la primera magistratura una advenediza en la cosa política y pública como María Estela Martínez (Isabel Perón). En este período fue importante una organización que no respondía a la burocracia sindical y a la CGT oficial, que era multipartidaria y llevó el nombre de “Coordinadora de Gremios, Comisiones Internas y Fábricas en Conflicto”. Fue dada a conocer en el Ingenio Bella Vista, Tucumán, los días 15 y 16 de septiembre de 1974. Santillán dio su presente en esa coyuntura como miembro fundante de la misma. Un año antes, había sido reelegido como secretario general de la FOTIA y el gremio fue intervenido unos meses más tarde por enfrentarse con el entonces Ministro de Trabajo Otero (un impresentable), que envió un interventor a la provincia norteña y se encontró con un edificio vacío, pues todos los empleados se plegaron al desplazamiento de Santillán y fueron al paro general por 15 días. Una de las causas de esta intervención se debió a la solicitada aparecida en forma pública (“Clarín”. 2-10-73) bajo el título de “Carta Abierta de FOTIA al General Perón. Por la Reconstrucción Nacional, los gremios deben ir al Estado de Asamblea. Hacia la Victoria por la Revolución” que produjo un descontento muy grande en medios oficiales, días antes de que Perón asumiera por tercera vez la Presidencia de la Nación. En 1975, una vez más, fue reelegido como secretario general de la FOTIA por unanimidad de sus miembros, y en ese entonces entre otros logros de su gestión, deben mencionarse: la obtención de uno de los aumentos salariales más elevados en orden porcentual en la historia del país (148%), cobertura de medicamentos en el orden del 100% para el obrero azucarero, colonias de vacaciones para sus hijos y centros de capacitación en dactilografía y enfermería en los sindicatos. Atilio fue asesinado en Buenos Aires, el 22 de marzo de 1976, 48 horas antes del golpe cívico- militar que encabezó el militar Jorge Rafael Videla, en las oficinas que poseía la FOTIA en Buenos Aires, en Avenida Rivadavia 1128, 4° piso. Un cese de actividades por 48 horas, tanto en las fábricas como en el surco, dispuso el consejo directivo de la FOTIA como repudio al asesinato. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en el número 74 de su órgano oficial (“Estrella Roja”) asumió la autoría del hecho -por medio de un comando compuesto por una mujer y tres hombres- acusando a Santillán de colaborar con el ejército argentino represor, en el “Operativo Independencia” y en contra de la lucha guerrillera. En tanto que quienes defienden la militancia y la trayectoria de este líder sindicalista y peronista, afirman que Santillán con su conducta no permitió que los “erpianos” le coparan el sindicato y lo pagó con su propia muerte. “Vivió sus últimos tiempos amenazado por la Triple A, por los grupos de extrema izquierda que querían inducir sus decisiones al frente de la FOTIA y el oscuro poder militar que derrocara al gobierno constitucional el 24 de marzo de 1976. Su pecado fue ser guardián insobornable de los genuinos intereses del desposeído obrero azucarero”, aseguran sus allegados. Al momento de su deceso, Santillán tenía 41 años, era casado y padre de cinco hijos.