Roberto
Baschetti

Sartal, Graciela Lidia

Nacida en Valentín Alsina, provincia de Buenos Aires, un 3 de junio de 1951. Era la mayor de dos hermanas. Egresó como maestra normal (en el año1968) de la Escuela Normal Superior Próspero Alemandri (ENSPA). Ejerció como docente en varias escuelas de Avellaneda. También en 1975, accedió al título de periodista, en la Facultad de Periodismo, de la Universidad Nacional de La Plata. Estudió Historia en la Universidad de Buenos Aires hasta 1976. Secuestrada-desaparecida el 29 de julio de 1976, en Villa Domínico, Avellaneda, en su hogar de la calle San Vicente. Tenía 25 años y militaba en Juventud Universitaria Peronista (JUP) y en el peronismo montonero. Igual suerte corrió su pareja Pedro Haroldo Tabachi (ver su registro) y su padre Héctor Sartal (ver su registro). Cuenta María Felisa Díaz que “Un tiempo antes de la desaparición de Graciela, habíamos acordado con ella, que borraríamos nuestros nombres de todas las cosas que llevábamos encima. El padre, que trabajaba de remisero, era quién acercaba las cartas que nos escribíamos; o nos trasladaba, dando mil vueltas para que nos encontremos. Yo, en ese momento estaba separada y mi actividad militante la realizaba por la tarde en Villa Tranquila, ella me acercaba las tareas a realizar”. En el mes de julio de 2019, en el barrio La Saladita, por una propuesta vecinal y con el apoyo del municipio de Avellaneda y organizaciones sociales, se inauguró un pasaje con su nombre, ante un numeroso público presente, entre el mismo estaba su sobrino Matías Manuel Ferrari. Diego Huguenet escribió: “En éstos tiempos de modernidad líquida, en donde se ponen en duda y se derriban las viejas estructuras y las nuevas son endebles e inseguras. Hoy cuando casi todo o todo da lo mismo. Donde ‘tanto vendés, tanto valés’. En éstas épocas en donde la pos-verdad está a la orden del día y ‘las aseveraciones dejan de basarse en hechos objetivos, para apelar a las emociones, creencias o deseos públicos’, es necesario y urgente alzar las banderas de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Poner rodilla en tierra y sostener los ideales que no se negocian ni se venden. Y es por eso que cuando las calles toman nuevos nombres, y aquellas flores que fueron arrancadas de la vida brotan nuevamente convertidas en banderas de lucha. Es tiempo de apretar los puños y sostener las victorias. Hoy a 43 años de su secuestro y desaparición, Graciela Sartal tiene una calle que lleva su nombre. Hoy podemos decir que la Memoria, la Verdad y la Justicia no claudican. Se mantienen firmes junto con los que lucharon por una Patria Justa, Libre y Soberana”.