Roberto
Baschetti

Schmucler, Pablo Hipólito

“Cristo”. “Ruso”. Nacido el 25 de mayo de 1957 en Córdoba. Pasó por la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en Córdoba, cuando iba al colegio “Manuel Belgrano” de la docta, y tenía notas altamente satisfactorias. (Al respecto puede verse su figura en una nota de la T.V. cordobesa titulada “Conferencia de prensa de la UES/13-1-74). Luego se anotó en Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba, pero Pablito se vino a Buenos Aires en agosto de 1976; atrás dejó las persecuciones, la provincia mediterránea y una novia que siempre se veía suplantada por el otro amor de Schmucler: la militancia. Sus familiares le ofrecieron irse del país con todos los gastos pagos. Pablo fue categórico: “Mientras hay un compañero a mi lado, resisto: en tanto haya un pobre en mi patria, me quedo”. Iba caminando por La Plata con su amigo y compañero de militancia Alfredo Mauricio Reboredo quizás en cumplimiento de alguna tarea militante cuando fueron sorprendidos y escucharon una orden: “¡Paren! Contra la pared, manos en alto…”. Estaban en la vereda del antiguo cine “Select”, a dos cuadras de la Gobernación. Era un caluroso 29 de enero de 1977. Reboredo se quedó petrificado (ver su registro). Pablo corrió hasta la calle 56 y buscó un escape. En 56 y 4 subió a una terraza y sabiéndose acorralado, sacó una bandera argentina y gritó consignas a favor de su organización: los Montoneros. Lo fusilaron en el acto. Su padre, un intelectual de izquierda, “Toto”, ya había debido partir al exilio con anterioridad. A exactamente 40 años de estos hechos, el investigador y amigo Alejandro Inchaurregui, me escribe: “El cordobés –por Schmucler- corrió hasta 7 y 56, bajó por 56 hasta la calle 4, se metió en el edificio de la esquina y ascendió a la azotea. Mientras corría le disparaban; él no iba armado. Los ‘canas’ en el camino hirieron a un ciudadano de apellido Saidakovsky (ó Zaidakovsky) y a una señora que murió al mes en el Sanatorio Argentino. Algunos surtidores de nafta del A.C.A. de diagonal 79 y 56 fueron impactados por las balas. Es decir, la policía de la Brigada de Investigaciones de La Plata tiraba un concurrido sábado a la mañana como en el Far West. El cordobés entró al edificio y el portero le dijo ‘no entrés que es una ratonera’, no tiene salida. El muchacho subió, corrió encerrado por la azotea y la ‘cana’ lo abatió cayendo en el techo de unos locales contiguos al edificio, pero sobre calle 4. Cuando lo sacaron, le pusieron un arma larga en el tórax y los asesinos les decían a los curiosos que estaba armado. El portero me la hizo simple: ‘entró con libros en la mano y salió muerto y con un arma en la camilla’. La noticia salió en el diario ‘El Día’ como trascendido y no como comunicado del Primer Cuerpo de Ejército y decía que, a escasos metros de la Casa de Gobierno, alrededor de las 11 horas, habían abatido a un delincuente subversivo”.