Roberto
Baschetti

Schudel, Juan Alberto

“Juancho”. 19 años. Soltero. Había nacido en San Jerónimo Sur, provincia de Santa Fe, el 5 de noviembre de 1956. Ya en la secundaria (Liceo “Víctor Mercante” de La Plata) fue un cuadro valioso de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Cursó el primer año de Medicina en la UNLP y como militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) en dicha facultad, era conocido con el seudónimo que arrastraba de mucho tiempo antes: “El Suizo”. Secuestrado en esa ciudad platense en la madrugada del 18 de agosto de 1976 junto a sus compañeros Carlos Alberto Carpani y Rubén Abel Beratz. Todos siguen desaparecidos. Emilce Moler, sobreviviente de “La Noche de los Lápices” lo recuerda con gran cariño: “Yo estudiaba Bellas Artes y además hacía artesanías por lo que pasaba varias horas abocada a esas actividades. Juancho venía a mi casa y se quedaba mirándome dibujar y pintar. Ponía discos en el tocadiscos, a veces leía, conversaba pausadamente, pero sobre todo, se quedaba allí, entre mis pinturas. Juancho estaba de novio con Andrea, del Liceo. Muchas veces me hablaba de ella, con mucha admiración y enamoramiento. A ella la conocí, cuando militábamos en la UES, era una morocha muy bonita, de mirada profunda. Con el devenir de los años complicados, Juancho espació sus visitas, sin embargo, nos seguimos encontrando. Ya sabía de su militancia, y cada vez que nos veíamos en alguna manifestación, en algún acto o en alguna peña, me daba mucha alegría porque sentía que todas esas charlas que habíamos tenido, en las que intercambiábamos nuestras ideas sobre como cambiar el país, como cambiar la sociedad, intentos de verdaderas transformaciones, las estábamos llevando a cabo, avanzando por caminos similares en la voluntad de compromiso político (…) Cuando Fernando –“El Cura” de Agronomía- en aquel agosto del ’76 me contó que lo habían llevado a Juancho, si bien fue un golpe durísimo, creo que no dimensioné realmente la tragedia. Esto se va haciendo de a pedazos, por tramos, con dolores. No pensé en ese momento que nunca más lo iba a ver, que nunca más iba a poder hablar con él, compartir sus charlas, sus sonrisas, sus sueños. Tantas preguntas sin respuesta, tantas cosas por vivir. No supe mucho cuál había sido su nivel de militancia o cómo era exactamente como militante en aquel período con sus compañeros, pero que militara en la JUP demuestra que seguía firme en sus convicciones (…) Yo siempre digo que me duelen profundamente las ausencias. La de Juancho es una de ellas: no me acostumbro, no me resigno, me duele, lo extraño. Nunca más dibujé, quizás porque me falta Juancho poniendo los discos…”.