Tomado del libro, “Disidentes y olvidados” de Gustavo Battistoni: “Afirmaba Raúl Scalabrini Ortíz que las cuestiones económicas eran de fácil entendimiento; para él, cuando un ‘experto’ hablaba en forma abstrusa, era porque quería engañarnos. La economía es un saber nacido del desarrollo social, como tal debe ser asequible a todos. Nadie igualó a Enrique Silberstein como divulgador de la economía: las cuestiones más complejas eran explicadas en los términos más sencillos, no había tema ni materia que él no supiera hacer llegar al gran público. Nacido en Rosario en 1920, se especializó en materia económica llegando ser doctor en Economía. Esto no le impidió ser, además, cuentista, novelista y autor de obras teatrales; nada de los humano le fue ajeno. En materia económica, Silberstein fue un heterodoxo, alguien para el cual si la economía no resolvía los problemas de la gente era simplemente un juego de artificio. El hombre de carne y hueso, ese que sufre y se ilusiona, fue en norte de su pensamiento. Sostenía que la economía que se enseñaba en la universidad argentina no hacía más que repetir lo que decían textos escritos para los países desarrollados. Poco o nada investigaban ‘nuestros’ economistas las peculiaridades de la estructura económica de nuestra patria; la repetición reemplaza a la necesaria tarea de pensar con ‘cabeza propia’. Partidario de las ideas del socialismo nacional fue un convencido de que la riqueza más importante que tiene un país no son sus recursos naturales sino el ‘capital’ humano, y por eso proponía fuertes inversiones en salud y educación, a las que estimaba como las más productivas (…) Creía que el modo de producción capitalista tenía su origen en el saqueo y la exacción de las mayorías, detrás de la opulencia se escondía una historia de desfalcos e injusticia. Sólo un régimen que tuviera como centro la distribución justa del producto social podía llamarse humano. Fue profesor de Economía ejerciendo las más altas funciones académicas en la universidad, a pesar de ello casi nadie lo recuerda ni estudia. Los que lo conocieron no dejan de resaltar su sentido del humor, que no suele ser una característica en los cultores de la ciencia lúgubre”. En tal sentido escribió un imprescindible libro de divulgación, llamado “¿Por qué Perón sigue siendo Perón? (La economía peronista)”, cuya tapa ilustra esta reseña. A los 53 años, un infarto terminó con la vida de Enrique Silberstein.