Su secundario lo hizo en San Miguel, provincia de Buenos Aires, en un establecimiento educativo muy exigente (Colegio Ángel D’Elía). El “Beto” Simona era estudiante en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA desde 1965, cuando se volcó al estudio de la Economía Política. Adhirió al Movimiento Universitario Nacional (MUN) y fue parte de los Campamentos Universitarios de Trabajo que promocionaban los curas tercermundistas; aunque él se declaraba agnóstico. En ese ámbito, Isaac Sulkes fue su gran amigo (ver su registro). Pasó por las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y en 1971-72, con otros militantes de origen universitario se sumaron a Montoneros. Era integrante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). El 20 de junio de 1973 fue a Ezeiza a esperar al General Perón. Fue asesinado a cadenazos y con un tiro en la cara por las bandas derechistas instrumentadas desde el Ministerio de Bienestar Social y accionadas por el Coronel Osinde, un hombre ligado a los servicios y a la CIA. (En esa ocasión, antes de caer herido, Beto Simona se llevó con él para el otro mundo –luego de un cambio de disparos- al capitán Chavarri, cuadro de la ultraderecha). El cortejo fúnebre con los restos mortales de Simona partió desde la sede central del Partido Justicialista, el viernes 22 de junio hasta el cementerio de San Miguel. Se calcula que cinco mil compañeros lo acompañaron hasta su última morada cantando el himno nacional y la marcha peronista. Se vio una corona de flores que decía “General Juan Perón”. Siete días más tarde un acto multitudinario en su Facultad lo recordó como un mártir y cuando finalizó el mismo, el Interventor, Dr. Oscar Sbarra Mitre impuso el nombre de “Horacio Simona” al aula N° 104 de esa Casa de Altos Estudios. Al momento de su deceso tenía 26 años y dejó un hijo, que actualmente (2012) tiene también descendencia –otro hijo varón- que orgullosamente lleva el nombre y apellido de su abuelo.