Nacido el 28 de febrero de 1921 en Sao Paulo, Brasil. (Otro registro consultado da el mismo año de nacimiento, pero en fecha 27 de mayo). Estudió en Francia. En 1924 llegó a Buenos Aires con sus padres y hermanos instalándose en Santos Lugares, provincia de Buenos Aires. Se ordenó como sacerdote en julio de 1945. Naturalizado argentino. Todos lo conocían como “Pancho”. Integrante del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) y colaborador en la tarea desarrollada en la zona por la Juventud Peronista. Capellán de una modesta iglesia en Carupá, Tigre, provincia de Buenos Aires, donde ayudó a organizar a los necesitados del lugar y a dar apoyo, cobijo y protección a los militantes obreros de los astilleros de la zona; super-explotados por la patronal. Instaló un taller de zapatos (de allí que le dijeran y fuera conocido como “el cura zapatero”) y luego una cooperativa para fabricar baldosas con el fin de ayudar a los más pobres a ganar su sustento. Él mismo se ganaba el pan haciendo traducciones del francés y trabajo de contaduría en un supermercado. Dos delegados gremiales de Astilleros Astarsa y la señora de uno de ellos –integrantes de la Juventud Trabajadora Peronista y Montoneros- habían sido secuestrados, torturados y asesinados en esos calurosos días del verano del ‘76. La señora era catequista en la capilla de Carupá. Fue encontrada muerta por desangramiento, con un pecho arrancado. La misma policía de la Regional Tigre se adjudicó el hecho “sotto voce”, a modo de intimidación.
En los funerales de la señora, “Pancho” Soares, denunció lo sucedido, señalando a los responsables con nombre y apellido. Fue acribillado a balazos con una ráfaga de ametralladora por la Triple A, el 13 de febrero de 1976, junto a su hermano discapacitado de nombre Arnaldo, por defender los derechos de los trabajadores del Tigre. Los asesinaron en la casilla donde vivían (calle Larrea 1901 en esa localidad tigrense). Sus restos mortales fueron velados en esa misma capilla de madera que había construido con sus propias manos. Pese al terror ya instalado en el país (un mes antes del golpe), rente a su féretro desfilaron cientos de humildes que le brindaron su último saludo. Hubo misa de cuerpo presente concelebrada por el obispo Aguirre y 35 sacerdotes más. El alto prelado de la Iglesia lo reconoció como “un hombre que asumió la pobreza para vivir al lado de los pobres. Vivió en la más extrema e increíble austeridad y esa fue su mayor virtud. Es imprescindible que se sepa y se publique que Francisco Soares por sobre todas las cosas fue un sacerdote cabal y como tal sirvió a Cristo y a los pobres”. Olga Luccioni leyó un poema en su memoria, el 13 de febrero de 2001, durante una misa concelebrada en la Parroquia “Nuestra Señora de Carupá” al cumplirse 25 años de su asesinato. En una parte del mismo dice: “Apóstol de la paz, guerrero ante la lucha / contra el oprobio de hermanos oprimidos, / permaneciendo al lado de quienes no tenían / ‘otro pan que sus lágrimas’… y con ellos llorabas. / Fiel hasta las últimas consecuencias, / Pancho, hijo del hombre, cireneo y mártir, consagrado; / tu sangre inocente fertilizó la causa que abrazaste; / estás en nuestras almas, alentándonos a continuar tu ejemplo”.
El Honorable Concejo Deliberante de Tigre aprobó la Resolución N° 57 del año 2011 que nombra al Presbítero Francisco “Pancho” Soares “Ciudadano Ilustre Post Mortem” del lugar. En el año 2015, a 39 años de su asesinato, el grupo “Barrios por Memoria y Justicia de Zona Norte” colocó una baldosa donde fue acribillado a balazos, en su memoria. Y dos años más tarde (2017) El Obispado de San Isidro se presentó como querellante en el caso de “Pancho” Soares, que forma parte dela Megacausa Campo de Mayo.