Hijo de inmigrantes europeos. Nacido un 9 de julio de 1947, fecha patria, en Capital Federal. Becado en el colegio “Carlos Pellegrini” y en la Facultad, a la que entró en 1965. Contador Público Nacional. 29 años. Amante de la música, Beethoven era su preferido. Casado. Excelente padre, con una paciencia que admiraba. Su esposa, Silvia Cordeu, recuerda: “Empezó con un objetivo y terminó con otro. Yo lo conocí en la mitad de la carrera. Un tipo muy inteligente… En un año dio las 4 materias más difíciles (…) A medida que empezó a militar, su objetivo ya no era ser contador de una multinacional sino recibirse y entregarle el título a su madre que tanto lo anhelaba”. Militó en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego en Montoneros, donde era conocido como “El Gordo Claudio” y/o como “Cacho”. Desde un principio estuvo en el diario partidario “Noticias” a cargo del departamento contable. Por esto se lo consideró un trabajador de prensa más y precisamente éste gremio de prensa le otorgó a su esposa y a sus tres hijos la obra social del sindicato de por vida. Fue secuestrado-desaparecido en la vía pública, en Castelar, provincia de Buenos Aires, en las inmediaciones de la estación ferroviaria, el 29 de septiembre de 1976. Tergiversaciones sobre su vida y la organización a la que pertenecía, aparecen en el libro “Juicio a los ‘70” escrito por el ex funcionario menemista Julio Bárbaro; lo que motiva la enérgica desmentida de Silvia Cordeu: “No puedo creer lo que escribiste con total impunidad y de una manera ofensiva y denigrante hacia mí y hacia la memoria del Gordo. Por ello paso ahora a contar la verdad acerca de los hechos a los que vos aludís. En el año 1976 yo no tenía una militancia activa. Era la mujer del Gordo Isaac. Cuando a él lo secuestran; Montoneros me consigue una casa donde vivir con mis hijos, nos mantienen y varios de esos/nuestros compañeros nos contienen emocionalmente. A los 6 meses decidí desvincularme de la organización, porque nada podía hacer con 3 hijos chicos, a quienes quería criar bajo mi total responsabilidad. Mantuve entonces una reunión, en la que expliqué con gran dolor, los motivos de mi necesario alejamiento. En la siguiente reunión, Montoneros me ofreció entre otras cosas, el dinero que yo necesitara para mi nueva vida. No lo acepté porque consideré que mi familia podía ayudarme y eran muchos los compañeros que (ese dinero) lo necesitaban más que yo. En ningún momento me dejaron ‘en banda’, ni cuestionaron lo que era una realidad en mi situación personal. Hubo una tercera reunión en la que nos despedimos con una profunda tristeza. Nunca más los volví a ver a estos compañeros y hoy sé que fueron ‘desaparecidos’ por la dictadura militar. Me fui de frente mirándolos a los ojos y exponiendo mis motivos. Ellos los aceptaron y el dolor de esa despedida fue inmenso. Esta es mi historia y la verdad. No entiendo porque inventaste otra cosa, ni con que intenciones. (…) Si el objetivo de tu libro es el de ‘dar testimonio’, no es a través de mi historia que podés tergiversar la conducta de la organización Montoneros. Nunca fui una traidora ni ellos me consideraron así (…) Tu libro ya está escrito y vendido. En lo que a mí respecta, es simplemente una infamia. No me interesa establecer ningún contacto con vos, sólo que te rectifiques”.