Roberto
Baschetti

Testa, Eduardo Gabriel

“Dumbo”. Semana Santa: 8 de abril de 1977. Las siniestras fuerzas asesinas de la dictadura militar detectan y cercan la casa donde habita Eduardo Gabriel “Emilio” Testa, en la calle Nueva York N° 2.825 (y Nazca) en el barrio de Devoto, de esta Capital. El es el jefe de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y tiene 20 años. No está solo. Lo acompañan su esposa Norma Inés “Negrita” Matsuyama –19 años- y la “Colorada” Adriana Gatti Casal -17 años- , hija de un combativo dirigente sindical uruguayo secuestrado y desaparecido en Argentina: Gerardo Gatti. La “Negrita” estaba embarazada a término y la “Colorada” de 7 meses. Los tres deciden no entregarse con vida. Parte de lo acontecido, nos llega por el testimonio anónimo de un compañero de ellos en la UES, escrito una semana después de los hechos: “Nos enteramos por los diarios y a pesar de sus mentiras supimos. A pesar del consabido parte oficial, de un milico herido levemente, supimos que cayeron tres de la Aeronáutica. Pero mienten porque tienen miedo. Miedo que el Pueblo sepa. Como explicarían sino, que vos con dos compañeras embarazadas estuvieras peleando más de dos horas, a las ‘fuerzas de seguridad’ con tanquetas, cañones y hasta helicópteros. ¿Cuántos eran Emilio? ¿Treinta? ¿Cincuenta? Contra tres Montoneros…cuentan que le tirabas a los helicópteros. ¡Qué increíble! Un milico retirado del barrio dijo que sintió vergüenza de las cosas que vio. ¡Esa chica embarazada que salía con dos granadas! Sabes que los muchachos de la UES fueron todos después a ver la casa. A ver como cayó su jefe. Seguro que ya habrán escrito algo en el frente, en tu memoria…. Pensar que una semana atrás habíamos estado cenando con ustedes mirando por esa ventana que hoy ya no existe. ¡Lástima no haber estado ahí para darles una mano! Pero no hizo falta. Vos le ganaste a todos. (…) Ahora se porque te fuiste. Porque dejaste tu cuerpo cansado, porque te quedaba chico. Porque ya no alcanzaba a cubrir la tremenda dimensión de el que es capaz de dar su vida. Por la causa del Pueblo. Por Montonero. Por eso te tenían miedo. Porque el Peronismo, después de 30 años de lucha, sabe valorar a sus mejores hijos y sigue ese ejemplo. Una vez te pusiste demasiado serio cuando te dije en broma que tenías cara de zurdo. ¡Tengo cinco años de militancia peronista! contestaste y recién habías cumplido veinte años. ¡Ahora nadie podrá robarte el Peronismo!. Chau Emilio… Hasta la Victoria siempre. ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!”.