Roberto
Baschetti

Tierno, Patricio Blas

Nacido en La Plata, un 7 de noviembre de1952. Hijo de una familia del Poder Judicial platense; su padre (Raúl Tierno, abogado), por peronista fue expulsado del mismo en 1955. Patricio formaba parte del Frente de Agrupaciones Eva Perón (FA”EP”) en la Facultad de Humanidades de su ciudad natal. Patricio fue detenido junto a su pareja María Graciela de la Rosa (hoy diputada nacional). La familia logra verlo a Patricio en la cárcel y queda impresionada porque el muchacho, de más de 1,90 m de altura y más de 100 kg. de peso estaba muy deteriorado físcamente. Fue asesinado en la “Masacre de Margarita Belén” el 13 de diciembre de 1976 a la edad de 24 años. Fue al encuentro con la muerte cantando la Marcha Peronista. Estudiante de abogacía, militante de Juventud Universitaria Peronista (JUP) y Montoneros. Era “Pato” para todos sus queridos y dejó un hijo, Juan Pablo, que nació el 1° de enero de 1977 en la cárcel. Jorge Giles, en su libro “Allí va la vida” cuenta que una vez apresado Tierno, los oficiales del Ejército, trataban de ahondar, de sacar más información a los detenidos políticos: porque luchaban, cuando asumieron ese compromiso, porque los enfrentaban a ellos, como educaban a su hijos, etc. “Les costaba mirar a los ojos al montonero aquel que, sin ninguna soberbia, casi como un digno maestro de escuela, desgranaba el concepto de ejército nacional y popular que defendíamos y el ejército del que ‘Ustedes forman parte, un ejército que asesina militantes del pueblo y defiende los intereses de las multinacionales y la oligarquía…’. Chupate esa mandarina. Así nomás. En plena cara se los dijo. Se hizo un silencio, mientras el Pato pensaba: ‘Bueno, ya estoy jugado’. Los milicos se pasaban un papelito de mano en mano. Habían escrito una sola palabra: Irrecuperable”. Los familiares se enteraron de la muerte de Tierno cuando concurrieron a Resistencia a visitar lo con motivo de las fiestas de fin de año, siéndoles entregado el cuerpo totalmente desnudo y embarrado; no estaba en un ataúd sino entre maderas que se rompían; no tenía nariz, sólo los orificios, estaba con la boca abierta y sus dientes encimados y con un orificio a la altura del higado.