Roberto
Baschetti

Torres, Dardo César

“La familia Torres Retamar era una familia humilde como tantas otras de la zona rural de Mojones Norte en la provincia de Entre Ríos. El padre, la madre y seis hijos vivían en sus tierras, de una explotación familiar con algunos cultivos y animales, de la fabricación de los ladrillos que amasaba y vendía el padre y de la ropa que planchaba la madre. Los chicos iban a la escuela cuando podían, alguno de ellos todavía recuerda que conoció el calzado cuando fue por primera vez a clase, donde el estudio consistió solamente en aprender a leer y escribir”, es lo que puede leerse en especialespueblo.blogspot.com. Dardo, fue el tercer hijo de esa familia laboriosa que emigró hacia Buenos Aires en busca de mejores horizontes económicos. Llegó a Esteban Echeverría con su madre, cuando los hijos mayores –ya afincados y con trabajo- pudieron juntar plata para el pasaje. Dardo César Torres que apenas había cursado los primeros grados de la escuela primaria, pasó de chico a hombre sin escalas, educado en la disciplina del trabajo y aprendiendo el oficio de su padre: amasar y cortar ladrillos. Del horno de ladrillos, pasó luego a una fábrica de antenas y finalmente en 1974 ingresó a la Química Mebomar. Ya estaba casado con María Cristina Fallesen quien le daría dos hijos, de nombres Verónica y Osvaldo. Pero en aquella fábrica las condiciones de trabajo no eran satisfactorias. Puede leerse en el blog antes citado: “No tenían los elementos de seguridad suficientes como para maniobrar el ácido, ni tampoco los cuidados sanitarios adecuados. Eran comunes las quemaduras, las ‘picaduras’ que se curaban en casa, porque la fábrica no brindaba una buena cobertura médica. La relación con la patronal era cada vez más tensa, en particular cuando se produjo un grave accidente de trabajo que se llevó la vida de un compañero. Dardo, con sus dos hermanos, participó de las reuniones sindicales que dieron origen a la nueva Comisión Gremial Interna con el fin de conseguir mejoras laborales. Primero las más urgentes: ayudar a la familia del obrero fallecido. Pero también la copa de leche para contrarrestar los gases tóxicos, la indumentaria de seguridad, el pago de las horas extras y de los accidentes de trabajo, la jornada de seis horas. Y esa fue la gran pelea de la Comisión: la reducción de la jornada de ocho horas a seis horas por trabajo insalubre. Detrás de ellos se encolumnó el personal (…) Dardo César o ‘Moriche’ para su familia y amigos, era fanático de Boca Juniors y de Guillermo Vilas; gustaba así mismo de jugar al fútbol con sus compañeros de trabajo, ver los partidos por T.V. y comer en familia. Era buen conversador, fiel a sus convicciones, digno de confianza, hombre de ‘fierro’ para sus amigos. Y siempre atento a las preocupaciones de los demás, ya sean de su familia o de sus compañeros de trabajo. Dardo era peronista como tantos jóvenes y obreros en su época, le gustaba leer y comentar el diario, sobre todo la sección de política. Y también había participado con sus hermanos en tareas comunitarias en los barrios humildes en que vivían. Probablemente el compromiso gremial y político era para él, un desencadenante natural del amor que sentía hacia los seres más próximos”. El recuerdo de su hermana Norma va en tal sentido: “Él decía que íbamos a cambiar, que la vida iba a ser mejor. Tenía ilusiones de que todo iba a mejorar”. La noche del 7 de diciembre de 1976 en tanto dormía con su familia, un grupo de fascinerosos entró a su casa pateando la puerta y se lo llevaron para siempre. Contaba con 28 años de vida. Tiene además, dos hermanos más secuestrados-desaparecidos por la última dictadura cívico-militar que asoló nuestro país: son ellos Armando Ruperto Torres y Edgardo Buenaventura Torres. (Ver sus registros).