Nació en Salta, el 7 de noviembre de 1918. De origen trotskista. Hombre de baja estatura, morrudo. Jugador de fútbol en Gimnasia y Tiro. Obrero metalúrgico y delegado gremial durante el primer peronismo. Por ser infatigable en la militancia y en la defensa de sus compañeros trabajadores, un oficial del Ejército, peronista, el Mayor Manuel Alberto Álvarez Pereyra lo empezó a llamar “El Worker”. Todos lo empezaron a llamar igual. Militante peronista de mil batallas. Veterano del 17 de Octubre de 1945. Diez años más tarde, el 16 de junio fue a Plaza de Mayo para pelear contra los militares antiperonistas que bombardeaban impunemente: allí murió su compañero y amigo Héctor Pessano. Cuadro de la Resistencia Peronista a la dictadura militar de Rojas y Aramburu. Integrante del Comando Nacional Peronista (CNP) en la clandestinidad. Sobreviviente a la revolución fallida del general peronista Juan José Valle el 9 de junio de 1956, fue a parar a la Penitenciaría Nacional, donde sufrió simulacros de fusilamiento con la mayor entereza. En abril de 1957 a fuerza de voluntad e ingenio, comenzó a editar el periódico “De Frente” de tan sólo 4 páginas para difundir las órdenes del Comando Superior (Juan Perón), defender a Cooke y desnudar en su mediocridad a tantos “gorilas” embozados. Dispuso que la puerta de su casa siempre estuviera sin llave y entornada con el único fin de que, si algún compañero venía de apuro, perseguido o lo que fuera, pudiera entrar y refugiarse sin problemas. Fue uno de los más entusiastas organizadores de la toma del Frigorífico “Lisandro de la Torre” en enero de 1959. Luego debió exiliarse. A principios de 1962, durante la conferencia de cancilleres de Punta del Este, impresionó muy favorablemente al “Che” Guevara, cuando le dio una copia de la carta que Perón le enviaba al presidente John F. Kennedy, acusando a Norteamérica de propósitos imperiales. En Héctor, reconoció John W. Cooke, a, “un compañero trabajador con una gran claridad ideológica y un fuerte compromiso político”; ¿qué mejor halago a los oídos de un militante? De regreso al país volvió a actuar en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y fue uno de los más tenaces opositores al “Lobo” Augusto Timoteo Vandor y sus sueños participacionistas. Con el golpe de Onganía (1966) y preparándose a una nueva resistencia, fue nombrado subsecretario general de la Juventud del Movimiento Peronista. Tristán, consultor obligado para una gran cantidad de grupos juveniles que abrazaron la causa peronista en los ’60 y ’70, fue uno de los más notorios mentores del “trasvasamiento generacional” en esa época. Preguntado a la edad de 51 años, sobre ese fenómeno en una revista de política y actualidad (“Panorama”), de agosto de 1971, Héctor Tristán contestó: “La juventud argentina… Millones de chicas y muchachos que no gozaron los beneficios de nuestro gobierno, son peronistas. Perón es el líder natural de una nueva generación que surge a la vida social; es la generación de la toma del poder. Esto explica lo que muchos no entendieron ni entienden: el pueblo argentino fue y es peronista por una cuestión de dignidad y no porque gozara en nuestro gobierno de un mayor nivel de vida. Estos jóvenes, encauzados en las distintas organizaciones de la Juventud Peronista que operan en todo el país, están produciendo la transformación interna que el Movimiento necesita para lanzarse a la reconquista del poder y la construcción del socialismo nacional”. Observador crítico del Movimiento Nacional Peronista, más de una vez se preguntó a partir de 1970 si los “guardianes” (militantes peronistas de Guardia de Hierro; organización que ayudó a fundar) no cayeron en un error político sin retorno al elegir una fusión con el Frente Estudiantil Nacional (FEN), en vez de armar una sólida alianza y posterior unidad con Montoneros. Héctor Tristán falleció el 11 de enero de 1993.