“Pablo”. “Mamo”. “Chachito”. Fue militante de los “Descamisados” y luego se sumó a Montoneros. Después de mantener un enfrentamiento con la policía bonaerense en Virreyes y al chocar el auto en que se retiraba –un Fiat 600-, fallece el día 20 de mayo de 1975, a la edad de 27 años. Era un oficial montonero que se había “proletarizado”. Herido e indefenso, igual resistió su arresto y fue entonces asesinado por la policía en el mismo lugar del accidente de un disparo de calibre 45 en la cabeza. Al día siguiente, sus compañeros de trabajo, pararon la fábrica sita en Zona Norte del Gran Buenos Aires e hicieron una asamblea recordatoria en su homenaje. Los oradores señalaron que “Chachito” era un auténtico peronista que había impulsado la lucha por las reivindicaciones y la organización de los trabajadores en ese ámbito laboral. Una de sus compañeras de trabajo allí presente recordó su última charla con él, cuando le había preguntado si no pensaba en su esposa y en su hijita de tan sólo 3 meses de vida al tomar el camino de la lucha armada y resistencia al gobierno proimperialista y entreguista de Isabel Martínez, y que él le contestó, que era precisamente por que pensaba en ellas que seguía ese camino. Una hermosa semblanza de Turano la da su amigo de vida y militancia Ricardo Grassi: “Pablo era alto y corpulento pero desgarbado, se paraba con los pies muy chuecos y sus brazos, que eran más largos que lo normal, le colgaban a los costados rematando en unas manos grandotas que resultaban tan expresivas como su cara. Los pelos algo rojizos, que ya le raleaban en la cabeza, eran en cambio abundantes en los brazos y asomaban por la camisa abierta. Cuando empezaba a caminar, el torso se anticipaba a sus pasos largos, siempre chuecos. Los labios carnosos, la risa siempre lista, porque, ante muchas de las cosas supuestamente serias, podían más la ironía, el sentido del humor y mirar al ‘vesre’. Jugábamos con las palabras y en unos de esos juegos inventamos el superlativo del superlativo”