Unamuno, Juan Pablo

“Algunos días después, Jorge (Rulli) y Cacho (El Kadri) aguardaban en la esquina de Dorrego y Cabildo a un compañero que tenía suma urgencia en encontrarse con ellos. El apuro no era exagerado. Se trataba de uno de los integrantes de la organización que pretendía librar un frente guerrillero en el monte tucumano. Aguardaban la llegada de uno de los Uturuncos: Juan Unamuno. Jorge sabía que el compañero había bajado hasta Buenos Aires con la intención de curarse de una enfermedad que había contraído en la provincia del norte. Cuando lo vio avanzar hacia ellos por la avenida Dorrego, se dio cuenta de que estaba mucho peor de lo que él había imaginado. El compañero llegó a paso lento, saludó a los dos amigos y les propuso caminar por avenida Cabildo. Jorge observó que tenía una enorme protuberancia en el cuello. Luego de avanzar unos pasos en silencio, el uturunco les explicó a sus compañeros: ‘La estamos pasando realmente mal allá arriba. Somos apenas un puñado y estamos prácticamente cercados por la policía. No nos quedan víveres y no encontramos ayuda entre la gente del lugar (…) Con respecto a lo mío me vine a hacer ver esto que me salió en el cuello. Parece un tumor. Es una infección que me agarré allá arriba (…) Juan Unamuno no volvió a subir al monte tucumano. Su salud empeoró con el correr de los días y poco tiempo después falleció”. (“El guerrero de la periferia. Biografía de Jorge Rulli”. Juan Mendoza. Del Nuevo Extremo. 2011). La noticia de su deceso apareció en “Trinchera de la Juventud Peronista” N° 17, del año 1963 en un espacio donde se lo colma de honores y reconocimientos: “Ha caído un héroe. Un soldado de primera fila. Un miembro de la Juventud Peronista. Sin importarle los sacrificios salió a la calle para pelear contra los enemigos de nuestra patria, que son tus enemigos. Emprendió la marcha con la frente alta y lleno su corazón del Lealtad al Conductor. No vaciló al elegir el arduo camino de la lucha; en ella fue quemando sus energías vitales, enfermando el cuerpo, pero manteniendo intacto el espíritu. Formó parte de los primeros comandos de la Juventud Peronista. En elecciones sindicales, ocupaciones de locales; en lo que la policía llama ‘terrorismo’ y los cobardes ‘atentados’, hizo honor a su condición de joven y peronista. Luchó en Tucumán. Con ese grupo de montoneros bravíos, se fue al monte para señalar el camino. Bajó del Cochuna herido de bala. Vivió la angustia del perseguido en su propia Patria. Peor siguió combatiendo. Rechazando la cura que ordenaban sus médicos. Ofrendó su vida a la causa del Pueblo Trabajador. Cae para siempre en acto de servicio, sin tener la fortuna de ver coronados sus esfuerzos en pos de una Argentina Justa, Libre y Soberana y dejándonos a nosotros el maravilloso ejemplo de su lucha, de su conducta. Hacemos un alto en nuestra lucha para rendirle homenaje. El único homenaje que sabemos ofrendar losa miembros de la Juventud Peronista. El de jurarle dedicar todas las horas de nuestra vida a luchar por el regreso del Compañero Juan Perón y el triunfo de la Revolución Peronista, ‘hasta que no quede en pie un solo ladrillo que no sea peronista’. Compañero Juan Unamuno ¡Presente!”