“El Oveja” Valladares, nació en San Miguel de Tucumán el 22 de junio de 1947. Desde chico mostró una gran sensibilidad. Todos los fines de semana, trabajaba en el Hospital de Niños de su provincia y en la Casa de Huérfanos. Llevaba a pasear a los chicos en el auto “prestado” por su padre y les sacaba fotos con la cámara de su hermano que éste luego nunca encontraba y se enojaba, en tanto “El Oveja” le respondía: “No te calentés…si es para hacer felices a los chicos…”. Primero, pasó por el Movimiento Socialista de Base en su Tucumán natal. Carlitos Valladares era muy estudioso; enamorado de la poesía, la guitarra y el folclore. Se casó con Nora del Valle Giménez, militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), quien ya con 18 años tenía un hijo de él, de nombre Héctor. Norita fue presa política durante la última dictadura militar. Ya en la Universidad, “El Oveja” Valladares, comienza a militar en el Centro de Estudiantes y al mismo tiempo da una mano a diversos sacerdotes que trabajan en diversos poblados de Tucumán, ya sea en la construcción de escuelitas o casas, o bien, catequizando a los changuitos. Faltándole sólo seis materias para recibirse de abogado, se dedica de lleno a la militancia política en los ingenios azucareros. Lo nombran delegado de la Regional Noroeste de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). En un acto público el 9 de marzo de 1974 en el estadio del Club Caja Popular de Tucumán dijo muy clarito: “Nosotros compañeros no necesitamos cinco, diez o quince activistas más en cada fábrica. Lo que la JTP necesita, porque es el pueblo trabajador, es toda la fábrica, es el control político de nuestros ingenios, de nuestras fábricas y de todo lugar donde un hombre pone el lomo para que se enriquezca un patrón”. Un comando de derecha le destruye su domicilio de un bombazo el 13 de noviembre de 1974. Un mes más tarde, bajo el gobierno traicionero de Isabel Martínez es detenido y alojado en la cárcel de Devoto hasta el 30 de octubre de 1975 que le sale la opción para irse al exterior. Regresa a la Argentina para sumarse a la lucha contra la dictadura militar. En la militancia montonera también era conocido como “Juan” y como “Pedro”. Pasa a ser miembro del Consejo Nacional montonero, siendo Secretario de Relaciones Internacionales para el Departamento América Latina. Carlos Valladares murió en el aeropuerto de Carrasco, Uruguay el 18 de diciembre de 1977 al ser detenido cuando venía de Brasil. Llevado a la oficina de Migraciones (1° piso) descubren su verdadera identidad, entonces “El Oveja” se tira por la ventana y una vez en el suelo, se levanta y comienza a correr gritando: “¡¡Un Montonero no se entrega ni se rinde, carajo. Muere peleando!!”. Tres hombres lo rodearon para apresarlo y reducirlo. Se defendió bien ya que sabía yudo y karate. Hasta que en un momento se desplomó al suelo inerte. En un descuido de sus cancerberos, había tomado la pastilla de cianuro. Al Hospital Militar de Montevideo llegó muerto. En el libro “Historias chiquitas que cuentan la historia grande” pueden leerse estos párrafos, que le envió desde México a su compañera de vida y militancia, la antes mencionada Giménez, encarcelada: “Quisiera contarte cómo me encontrarás un día: con una sonrisa de oreja a oreja y tan joven, tan joven que casi te olvidarás de los diez años que te llevo. Pero además me encontrarás feliz y satisfecho y podremos tomar cada uno una mano de nuestro purrete y preguntarle si quiere tener un hermanito o una hermanita y esta vez, el nombre lo elegirá él y a falta de uno, seremos dos los que pondremos el oído en tu vientre, los que compraremos flores, los que apretaremos tu mano y te daremos un beso después del primer llanto y en una sola risa, miraremos el pasado y de nada tendremos que arrepentirnos. Y si algo de esto no fuera posible, si algo faltara, igual el llanto estará ausente, porque igual de nada tendremos que reprocharnos. Y si nada fuera posible, igual otros reirán por nosotros. Pero será”.