“Juancho” para la familia. “Gordo Varas” para la militancia. Oriundo de San Juan, departamento Jáchal, localidad de Pampa Vieja, donde nació un 2 de junio de 1941. Realizó estudios en la Universidad Nacional de Córdoba. Contador público nacional. Peronista revolucionario. Julio César Rojo Luque, militante que se quedó en el exilio español, me cuenta que Varas “era colaborador de las FAR –Fuerzas Armadas Revolucionarias- sin estar integrado en la organización. Amigo y secretario personal de Atilio Hipólito López en el gremio de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y en la vice gobernación cordobesa durante el período 1973/74, donde además desempeñó el cargo de Subsecretario de Hacienda. Asesinado por la Triple A junto al “Negro” López (secuestrados en Capital Federal, asesinados en Capilla del Señor), el 16 de septiembre de 1974, el mismo día que se cumplía un nuevo aniversario de la “Revolución Libertadora” de Aramburu y Rojas realizada en 1955. De su modestia da cuenta la siguiente anécdota que relata su hermano el jurista Carlos María Varas: “Nadie en la familia sabía que el ‘Juancho’ iba a ocupar un cargo en el gobierno de Obregón Cano-López y fue así que un día llegó a mi casa a solicitarme un traje, yo no sabía para que era, posteriormente lo observamos por televisión que estaba asumiendo como funcionario en la cartera de Hacienda”. Y dicen sus compañeros de militancia: “Todos los especuladores que medran con el abastecimiento y con las necesidades del pueblo, encontraron en este funcionario un enemigo implacable. Incautar los productos allí donde se encontraran y abastecer al pueblo, fue la premisa que se cumplió invariablemente, se tratara de bienes (garrafas, carnes, etc.) o de servicios como en el caso del transporte urbano de pasajeros. El proyecto de creación de la Empresa Provincial de Abastecimiento, la participación del Estado sustituyendo todas las formas de intermediación innecesaria y encarecedora, fueron las expresiones más sobresalientes de su gestión. Y esta constituye un legado en un doble sentido. En primer lugar, enseñar los límites de la legalidad burguesa, y en segundo lugar brinda experiencias concretas para las distintas formas de accionar en el futuro ejercicio del poder revolucionario. Por ello el compañero Varas no necesitó justificar todo un gobierno para explicarse así mismo, ni proclamar lealtades o acatamientos a otra cosa que no fueran los sagrados intereses de la clase obrera y el pueblo”.