Roberto
Baschetti

Ventura, Carlos Marcelo

Nació el 1º de septiembre de 1949. Carlitos “El Momia” Ventura (bautizado así por su parquedad) era estudiante del Policlínico platense en la ciudad de las diagonales. Serio, circunspecto y engominado. Cuadro político de sólido rigor intelectual llegó al Peronismo y a Montoneros de la mano de la Liga de Estudiantes Socialistas –LES-, brazo universitario de los Comandos Populares de Liberación (CPL), escisión revolucionaria, nacionalista y popular del Ejército Revolucionario del Pueblo, conocido como ERP-22 de Agosto. Militaba en la estructura de Sanidad. Su compañero de militancia, Jorge “Chiqui” Falcone en su libro “Memorial de guerra larga” dice sobre él: “Un día me contó que había tenido que probar la efectividad de ciertas dosis de cianuro fraccionadas en cápsulas y que las había testeado con gatos abandonados en el Jardín Botánico. Eso motivó una larga conversación sobre la idea de autoeliminación en situaciones límites como reserva del derecho a ganar la última batalla. (…) La defección en cautiverio de una compañera muy cercana a él, Malena “Gorda Lucrecia” Mainer, que a su vez nos ocasionó múltiples bajas, nos llevó a conversar a fondo sobre la tortura y la posibilidad de la traición. Yo inquiría sobre la volubilidad de la condición humana, que nos puede tornar héroes o villanos de un momento a otro. Fue entonces cuando “El Momia” desplegó una de sus reflexiones que, a lo largo de esta dura lucha, se me tornarían inolvidables: ‘El hombre es capaz de la mayor grandeza y la peor canallada’. Ambas facetas coexisten como una taba que gira en el aire. Siempre hay circunstancias que nos prueban, y entonces la historia nos toma una instantánea que dura para siempre…”. Jorge Falcone, sabría con el tiempo que “El Momia” no defeccionó, no traicionó. Violando todo criterio de autopreservación, pese a saber que aquel había caído en manos de la represión (28-3-77), Falcone fue a una cita preestablecida en más de una oportunidad. Más adelante se enteró que Ventura fue brutalmente torturado, durante los días en que él iba a su encuentro. “Aquella taba en vuelo de la que hablaba había caído para siempre, del lado de la luz”, escribió, con cierto dejo de admiración.