Siempre dice que ella fue peronista desde antes que existiera Perón. Recuerda que cuando fueron los bombardeos a Plaza de Mayo “el 16 de junio fuimos espontáneamente, no nos convocó nadie. Ellos (los del Partido Peronista) convocaban cuando la gente ya estaba en la calle (…) Mi casa siempre fue una Unidad Básica (conocida como ‘El Fortín’), y esa casa estuvo abierta en la Resistencia y colocamos una emisora clandestina (…) Los comandos civiles me destruyeron la casa una noche de 1956. En un pozo había armas, pero no las encontraron (…) haya lo que haya no lo iban a encontrar porque Dios es justo y Eva Perón nos guía”. Participó de sabotajes y manifestaciones relámpago contra la dictadura de Aramburu y Rojas. Rememora: “Estuve detenida varias veces por pegarle a la policía. La más brava fue en Avellaneda. Íbamos cantando la marcha y éramos miles. Ellos estaban todos arriba del puente con ametralladoras y las mujeres íbamos adelante. Todas llevábamos botellitas con nafta. Nos cercaba la montada y los carros de asalto”. Otra vez, hace memoria con una sonrisa en los labios: “Con una o dos compañeras hacíamos de putas con los soldados. Cuando los tipos montaban ‘el picaso’, venían los compañeros y les robaban las armas. Por suerte, los compañeros siempre llegaron a tiempo…”. Mujer de carácter, su Unidad Básica y la gente que se agrupaba a su alrededor tenía tal grado de importancia que para las elecciones de 1962 unos tipos la ‘apretaron’ en un plenario para que apoyara a los candidatos vandoristas. No les dio bola, los enfrentó y se retiro del mismo discutiendo a los gritos con aquellos que intentaron presionarla sin resultado alguno a la vista.